Está película me hizo recordar los ejercicios teatrales que usan algunos directores para luego armar una obra en base a un elemento común. El problema es que para armar este mosaico humano de odio, violencia, frustración y desamor se necesita en primer lugar un guión inteligente al menos, y este es levemente interesante. Con algunas puntas dramáticas que no llevan nunca a elevar el filme a algo más que la media. Quizá la historia del padre cerrajero y su hija. Está bien, es redondita y nada grandilocuente. Y alguna cosita más.

Los actores están bien, aunque no hay ninguna actuación descollante. Puede que Thandie Newton y Peña superen la media de sus compañeros. En cuanto al director, hubiera preferido la mano de alguien que hubiera sido capaz de armar este mosaico de anécdotas humanas con más vibración, y menos cálculo.

Si, eso creo, hay cálculo en la forma como está planteada la película, en la actuación de Matt Dillon, en la Don Cheadle; hay como una apuesta a algo que no termina de cuajar nunca, que no se cree.

No entiendo el Oscar. Ni entiendo ciertas críticas entusiasmadas.

Grand Canyon de Lawrence Kasdan era más inteligente, y aún perdura. Véanla y comparen.