Ridículo mayúsculo. La película en su gran mayoría parece una noche de Halloween de adolescentes que no tienen nada que hacer que meterse en problemas y decirle al jurásico de los monstruos que se vayan a paseo. El guión es muy flojo y la trama sacada de contexto, con el único propósito como filme de presentar un producto puramente comercial haciendo uso de un nombre del que poco se refiere a la esencia de “Annabelle” y tapado por la insensatez terrorífica y dramática del argumento. Es lamentable decir que lo único positivo de esta obra es la referencia al Resplandor y las apariciones de Patrick Wilson y Vera Farmiga. Los 50 minutos de la película son un soporífero somnífero donde reina la caótica falta de carisma y la desubicación total de la tensión y la constante narrativa. Ni para echarse unas risas con el demonio de la feria del cómic ni con el Kent de la protagonista, que parece sacado de un personaje de High School Musical. Habrá que hacer borrón y cuenta nueva de este fracaso antes de sacar otro producto “Made In The Conjuring” dado que si la calidad de las próximas películas van a ser así, apaga la luz y vámonos. Todos confiamos en que Swan siempre volverá a sacar lo mejor de sí mismo como estrella del cine de terror, pero esto es infumable.