Película que hace 20 años sería carne de videoclub por su claro perfil bajo. El inventor de una revolucionaria máquina, capaz de revivir los recuerdos hasta el más ínfimo detalle, es encontrado muerto, y un personaje que pasaba por allí se pone a investigar mientras curiosea por los recuerdos grabados de otras personas.

Parece que mi introducción es algo frívola, pero no es hasta el final que uno entiende el interés del personaje de Peter Dinklage por enterarse de todo. Y ni aún así, ya que su motivación es bastante tontorrona. Durante el viaje asistimos a una supuesta trama investigatoria bastante plana y descafeinada, como de telefilm, sin que el elemento de sci-fi cobre verdadero protagonismo. No es un thriller de ciencia ficción ni de lejos, tiene más de relato sentimentaloide sobre aquello de valorar el momento. Ni filosofía ni metafísica, no se engañen.

Cuando uno está más pendiente de ver deformarse la moqueta que de lo que sale por pantalla llegamos al final, donde la cosa cobra algo de fuerza. Pero con unas revelaciones que llegan ya cuando tenemos ganas de que la función se acabe, y por ello su impacto es mínimo. Irrelevante.