Una película que nos trae lo que convencionalmente se conoce como enfermedad mental, pero que para los implicados es solo otra forma de percibir el mundo. Una adolescente algo andrógina tiene fantasías sanguinolentas recurrentes, y junto a un comportamiento que se sale de la norma la convierten en una marginada de manual, aunque a ella eso le preocupe poco porque tiene un plan.

La cinta está concebida desde una perspectiva bastante cínica, lo que hubiera dado lugar a momentos tirando a cómicos, pero debo ser un bloque de hielo porque no he movido el rictus en todo el metraje. Si había alguna intención de hacer comedia, por negra que fuera, ni se percibe. Los personajes son otro de los problemas. La protagonista, lejos de buscar la empatía con el espectador, resulta desagradable e incluso antipática, y los padres parecen dos caricaturas. De hecho, salvo la hermana, no hay ningún otro personaje que no me resulte guiñolesco.

Las fantasías sangrientas que ponen cachonda a esta chica salpican el film de cuando en cuando solo para dar sentido a lo que se prepara en el final, que al menos yo he visto con la misma indiferencia que toda la hora y media previa. Es que hay nada que me haya removido ni un poquito. Dejarte indiferente es lo peor que puede hacer una película de género.