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Voto de Plácido Eldel Motocarro:
7
Intriga. Drama. Terror Producción realizada para la televisión que narra la progresiva angustia de un hombre (López Vázquez) que se queda atrapado en una cabina telefónica. Lo que en principio parece un contratiempo sin trascendencia, se convierte poco a poco en una situación tan inquietante y terrorífica que provoca en el hombre una desesperación y una angustia sin límites. (FILMAFFINITY)
1 de julio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La cabina” fue una creación para la televisión, en concreto para Televisión española (aunque esto era obvio pues en nuestro país no existía, por entonces, ninguna más), llevada a cabo por el especialista en el medio, Antonio Mercero -quien años más tarde realizaría series tan famosas como “Verano azul” o “Farmacia de guardia” y que entonces era ya conocido por la muy popular, “Crónicas de un pueblo”-, éste, sobre un guion compartido con el entonces aún inédito, José Luis Garci, dirige aquí a una de las mayores estrellas por aquellos años del cine español, José Luis López Vázquez, como protagonista y centro absoluto de la trama; donde el director guipuzcoano demuestra su absoluto dominio sobre el medio televisivo, en el que tantos, y tan buenos trabajos, realizase; el que probablemente sea el mejor realizador español de series televisivas hasta el día de hoy.

Una vez reconocidos los méritos de sus creadores se me plantea una duda antes de proseguir; he de tomarme esta reseña totalmente en serio destacando en ella, sobre este mediometraje, el sentido antropomórfico del mismo, la reflexión existencialista que éste plantea, el si es o no una crítica de la oscuridad de su época -oscuridad que yo como niño que era entonces jamás encontré entre la luminosidad de aquellos arrabales en que crecí y donde la chavalería inundábamos las calles con mil juegos y escandaleras- o con humor costumbrista, he de redactar una crónica, aprovechando la ocasión que me dio “La cabina”, sobre las ya casi extintas cabinas telefónicas. Me decido por la segunda opción, siempre más placentera. Crónica, que les refiero a continuación:

La emisión de “La cabina” tuvo importantes consecuencias. A partir de aquí ocurrieron tres cosas:

-Primera: Desde entonces, jamás ya nadie habló desde dentro de una cabina con las dos manos libres pues una de ellas ya siempre sujetaría la puerta. “Gracias” señorita RTVE, algo; que sentí, sobre todo, a la hora de tomar anotaciones.

-Segunda: Dio lugar a que se comenzasen a sustituir, en plazas y avenidas, las viejas cabinas por esos, sosos y feos teléfonos al descubierto sustentos en un simple poste, donde debías hablar bajo la intemperie ya fuese bajo un chaparrón o bajo un sol de justicia, “gracias”, señor Mercero. Aunque, esto, ante todo lo sentí por usted; Míster Superman.

-Tercera: Alguien, debió pensar que era un auténtico incordio eso de tener que buscar un teléfono por la calle, el cual, además, cuando no estaba ocupado no se disponía de cambio en ese preciso momento, y tras regresar tras cambiar, no sólo, esta vez, sí estaba ocupado, sino que encima había cola, y después de tanto esperar, una vez ya dentro, algún hijo de mala madre se había llevado el auricular. Así que ese alguien decidió que ya iba siendo hora de inventar los móviles, ¡qué dónde va a parar!, “gracias” señor López Vázquez, algo; que sobre todo sentí por la letra de aquella canción de Luis Eduardo Aute, que decía así: “Ningún teléfono cerca y no lo pude resistir. Si yo sólo pasaba, pasaba por aquí”. Ya que nunca sonará igual: “Ninguna cobertura cerca y no lo pude resistir…”

Perdónenme por el pitorreo pero he escuchado ya tantas frases huecas sobre el simbolismo de estos treinta y cinco minutos para la televisión que he decidido tomármelo a broma… O quién sabe, tal vez fue premonitoria; quién nos podría asegurar que mientras, esto, se escribe no existan miles de almas atrapadas en el interior de minúsculas, extraplanas, y portables cabinas de cristal luminoso.
Plácido Eldel Motocarro
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