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Voto de Plácido Eldel Motocarro:
10
8,2
14.615
Cine negro. Drama
Nueva York, año 1934. Christopher Cross es un simple cajero, infelizmente casado, cuya única pasión es la pintura. Una noche conoce a Kitty March, una atractiva buscavidas de la que se enamora y le hace creer que es un pintor de éxito. La chica y su novio Johnny, un tipo sin escrúpulos, aprovechan la ocasión para intentar explotar al pobre hombre, pues creen que sus cuadros valen mucho dinero.
(FILMAFFINITY)
(FILMAFFINITY)
29 de junio de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Insiste Fritz Lang con el trío protagonista de “La mujer del cuadro” y todos ellos se superan con creces, a veces pienso si Lang no se la tomó como una revancha, como si no hubiese quedado satisfecho con la anterior y necesitase resarcirse pero, esto, solamente es una idea romántica por mi parte; la verdad es que los grandes productores entonces, y seguramente ahora, insistían en los cuadros que ya habían dado beneficios. Pero sea como fuese lo cierto es que terminó realizando una película redonda, intensa, y a ratos angustiosa. Donde en el final alcanza Edward G. Robinson la categoría de maestro de la interpretación.
Una historia de amores y desamores perniciosos, de relaciones turbias y turbadoras; dignas de ser examinadas por psicoanalistas, en las que se raya el masoquismo y la… perversidad.
Verla sólo como un thriller es eludir el fondo de sus almas; unas almas oscuras, silenciosas y temerosas que temen, sobre todo, a la soledad, en definitiva; almas humanas.
Una de esas historias que fueron posible gracias al blanco y negro; en donde no se podía huir del relato ni de los excelsos diálogos con grandes, bellos, y coloridos planos.
Una historia de amores y desamores perniciosos, de relaciones turbias y turbadoras; dignas de ser examinadas por psicoanalistas, en las que se raya el masoquismo y la… perversidad.
Verla sólo como un thriller es eludir el fondo de sus almas; unas almas oscuras, silenciosas y temerosas que temen, sobre todo, a la soledad, en definitiva; almas humanas.
Una de esas historias que fueron posible gracias al blanco y negro; en donde no se podía huir del relato ni de los excelsos diálogos con grandes, bellos, y coloridos planos.