La película desarrolla calmosamente, pero sin pausa, una historia que a priori podría suponerse folletinesca y melodramática, y que probablemente no sea verosimil en una sociedad, como la yanky, que nunca obviará las ancestrales diferencias entre blancos y negros, y donde aún no se sabe que es peor: que una blanca ose alternar y querer (aunque solo sea platónicamente) a un hombre negro, o viceversa. Pero a medida que avanzan y se precipitan los acontecimientos (mejor retratados y más interesantes en la segunda mitad), se entiende mejor que una mujer blanca, de la alta sociedad (sensible y desdeñada por un marido que es incapaz de superar su homosexualidad) acabe por entenderse cariñosamente con un jardinero negro, culto y delicado. Como cosas así no pueden funcionar en ciudades como Hatford, el final es, previsiblemente, trágico. Todo endulzado por unas tiernas y admirables melodías mande in Elmer Bernstein, con una dirección a tono de Todd Haynes. Para ver, criticar y comparar, pero advirtiendo que una abrumadora mayoría califica como muy buena esta cinta. Creo que merece ser vista.