La película es una genialidad de ese gran todo terreno del cine y la televisión llamado Narciso Ibáñez Serrador, nunca suficientemente valorado. Una película absolutamente original, que no se parece a nada de lo que se había hecho hasta entonces. Puro terror, pero sin una gota de sangre ni la más mínima casquería, ni motosierras, amputaciones, fantasmas, espíritus, zombis, demonios, vampiros, monstruos ni nada parecido. Solo niños, esas angelicales e inocentes criaturitas incapaces de hacer daño a nadie ...

Partiendo de eso y con unos preciosos exteriores en una soleada y veraniega isla mediterránea, siempre a plena luz del día, se construye la película más terrorífica de toda la historia del cine español. Puro talento morboso, nadie más que Narciso Ibáñez Serrador podía hacer algo así. Una autentica genialidad, ya digo.

Ah, aviso a espíritus sensibles: esto deja secuelas, así que impresionables mejor abstenerse o van a tener pesadillas durante largo tiempo, aparte de empezar a mirar a los niños con aprensión y hasta con odio. Pero al fin y al cabo ¿quién puede matar a un niño? ...