Media votos
7,2
Votos
40
Críticas
1
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Cinefuribundo:
8
6,8
15.284
Drama
Historia sobre un conductor de autobús y poeta aficionado sobre las pequeñas cosas llamado Paterson, que vive en Paterson, New Jersey. (FILMAFFINITY)
14 de marzo de 2017
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué es ser artista? Paterson, la película, se aproxima a esta cuestión presentando la figura de un artista despojado de todo añadido: Paterson, el personaje, un poeta sin talento.
En esta fascinante obra, Jarmusch nos acerca a las vidas anodinas y minúsculas, insignificantes como una caja de cerillas, de Paterson y su mujer. Pero Jarmusch, a diferencia del protagonista, sí tiene talento, de modo que consigue enamorarnos de la mirada corta y escasamente imaginativa de su personaje. De hecho, lo consigue con tal éxito que muchos espectadores salen convencidos de que Paterson es un gran artista incomprendido... Nada más lejos de la realidad profunda de la película.
Paterson ama su vida con una felicidad tranquila, íntima, lo que equivale a decir que Paterson ama lo que percibe. Sin embargo, esto no significa que su poesía, la traducción de su mirada, tenga que ser forzosamente trascendente, imaginativa, arquetípica o universal. Antes al contrario, su poesía es puro estereotipo, y a su atención escapan continuamente estímulos de toda índole: épicos (la historia del anarquista), amorosos (la pareja del bar) o naturalistas (la catarata), estímulos poderosos que o bien le resbalan o, cuando intenta traducirlos al lenguaje poético (el poema de amor a su pareja, inspirado en la pareja del bar) ofrecen un resultado paupérrimo ("no sabría qué hacer sin ti").
Un aspecto fundamental de la película versa sobre cómo, dónde, cuándo y porqué se focaliza la atención de un artista, posiblemente la primera piedra de todo talento, o de su carencia: de ahí que Paterson repare en cada par de gemelos que se cruza, una vez que el relato del sueño de su mujer ha mediatizado su mirada.
Y es que sin mujer aquí no habría película ni historia, de manera que para hablar de ella paso al apartado dedicado al spoiler.
En esta fascinante obra, Jarmusch nos acerca a las vidas anodinas y minúsculas, insignificantes como una caja de cerillas, de Paterson y su mujer. Pero Jarmusch, a diferencia del protagonista, sí tiene talento, de modo que consigue enamorarnos de la mirada corta y escasamente imaginativa de su personaje. De hecho, lo consigue con tal éxito que muchos espectadores salen convencidos de que Paterson es un gran artista incomprendido... Nada más lejos de la realidad profunda de la película.
Paterson ama su vida con una felicidad tranquila, íntima, lo que equivale a decir que Paterson ama lo que percibe. Sin embargo, esto no significa que su poesía, la traducción de su mirada, tenga que ser forzosamente trascendente, imaginativa, arquetípica o universal. Antes al contrario, su poesía es puro estereotipo, y a su atención escapan continuamente estímulos de toda índole: épicos (la historia del anarquista), amorosos (la pareja del bar) o naturalistas (la catarata), estímulos poderosos que o bien le resbalan o, cuando intenta traducirlos al lenguaje poético (el poema de amor a su pareja, inspirado en la pareja del bar) ofrecen un resultado paupérrimo ("no sabría qué hacer sin ti").
Un aspecto fundamental de la película versa sobre cómo, dónde, cuándo y porqué se focaliza la atención de un artista, posiblemente la primera piedra de todo talento, o de su carencia: de ahí que Paterson repare en cada par de gemelos que se cruza, una vez que el relato del sueño de su mujer ha mediatizado su mirada.
Y es que sin mujer aquí no habría película ni historia, de manera que para hablar de ella paso al apartado dedicado al spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La mujer de Paterson tiene tan poco talento como él. Y, como él, crea sin cesar. Hasta aquí, las coincidencias. En cuanto a las diferencias, él, encarnando al artista más puro, es un poeta ensimismado, con gusto para evaluar el arte (que no para plasmarlo); ella, por el contrario, practica durante la semana media docena de disciplinas (música, gastronomía, diseño, pintura, decoración...), no tiene gusto (en esto coincide con muchos espectadores del film, creyendo que su marido es buen poeta) y, para colmo y desencadenante del soterrado conflicto del argumento, busca continuamente un sentido práctico al arte, en esencia: éxito y dinero. Sí, con mucha dulzura, vocecita cariñosa y toneladas de ingenuidad, pero al grano: éxito y dinero.
Así pues, tenemos el conflicto servido: ella hace prometer a Paterson un copia de sus poemas, porque quiere que los termine publicando, y teme que los pierda. Paterson acepta dubitativo, con tal de no contrariarla, de no alterar la densa capa de paz y serenidad que inunda su nidito de amor. Y, claro: deja sus apuntes a merced del perro para que se los coma, para que los destroce. No sabemos si encuentra la solución consciente o inconscientemente (¡cosas de la poesía!), pero deja el cuaderno al alcance del "entrañable" perro y el resultado es obvio. ¿Qué tenemos aquí? Pues tenemos a un poeta que ama crear y que es perfectamente consciente de la limitación de su obra, y al que su mujer ha puesto involuntariamente contra la espada y la pared. Maravillosa es la escena de la niña poetisa y el repaso artístico que le da en un minuto de recitación. Todo esto Paterson lo sabe. Y sin embargo, sigue dudando, sigue perplejo... ¿Merece la pena seguir creando? Sólo hay una respuesta: ¡Ajá!
PD: El humor sutil durante la película resulta conmovedor. La mujer, reflejando su falta de imaginación, está obsesionada con el blanco y el negro, decorando absolutamente todo con ambos colores. Cuando salen del cine, el "agudo" Paterson le confiesa con toda sinceridad: "Hacía mucho tiempo que no veía una película en blanco y negro". En definitiva, toneladas de humor y empatía para acompañarnos en la dura historia de un artista que descubre cómo una niña ha escrito el poema que debió escribir él.
Así pues, tenemos el conflicto servido: ella hace prometer a Paterson un copia de sus poemas, porque quiere que los termine publicando, y teme que los pierda. Paterson acepta dubitativo, con tal de no contrariarla, de no alterar la densa capa de paz y serenidad que inunda su nidito de amor. Y, claro: deja sus apuntes a merced del perro para que se los coma, para que los destroce. No sabemos si encuentra la solución consciente o inconscientemente (¡cosas de la poesía!), pero deja el cuaderno al alcance del "entrañable" perro y el resultado es obvio. ¿Qué tenemos aquí? Pues tenemos a un poeta que ama crear y que es perfectamente consciente de la limitación de su obra, y al que su mujer ha puesto involuntariamente contra la espada y la pared. Maravillosa es la escena de la niña poetisa y el repaso artístico que le da en un minuto de recitación. Todo esto Paterson lo sabe. Y sin embargo, sigue dudando, sigue perplejo... ¿Merece la pena seguir creando? Sólo hay una respuesta: ¡Ajá!
PD: El humor sutil durante la película resulta conmovedor. La mujer, reflejando su falta de imaginación, está obsesionada con el blanco y el negro, decorando absolutamente todo con ambos colores. Cuando salen del cine, el "agudo" Paterson le confiesa con toda sinceridad: "Hacía mucho tiempo que no veía una película en blanco y negro". En definitiva, toneladas de humor y empatía para acompañarnos en la dura historia de un artista que descubre cómo una niña ha escrito el poema que debió escribir él.