La temperatura veraniega nos ha traído otro de esos subproductos de imitación cutre de Indy Jones. Hace tiempo que alguien de la Universal se le ocurrió, dada la sequía mental de los guionistas, volver a sacar revisiones más o menos actualizadas de sus monstruos clásicos. Kenneth Branagh ya se ocupó en 1994 de asesinar cinematograficamente con un bodrio sin precedentes en la historia de la humanidad al viejo Frankenstein mientras que Coppola hizo lo propio en 1992 con el chupasangre más querido por las señoritas en edad de ser presentadas en sociedad. Tanto Drácula como el viejo profesor y su monstruo están más o menos agotados así como hombres lobo y demás engendros.

Todos menos el viejo Imhotep y su tropa de egipcios locos despertados de un letargo de más de 3000 años. La momia tuvo una decena de entregas bajo el sello de la Hammer británica y volvió con dos más desde Hollywood en 1999 y 2001 de la mano de Stephen Sommers. Éxito de taquilla a pesar de la indecente copia de todos los iconos de las tres entregas del Doctor Jones y sus aventuras.

Tras las dos momias procedentes de Egipto ahora Rick O’Connel y su mujer Evelyn se ven envueltos en otra historia con muerto resucitado pero en esta ocasión en la China Mandarina. Allí anda el hijo de la pareja que ya ha dejado, a Dios gracias, de ser un casposo niño enterado de la patata. Ahora es un joven igual de despreciable que el niño, que trabaja en la excavación de la tumba del Emperador Dragón que no es otro que Jet Li. El único hacedor de patadas que me cae bien.

Bueno, cómo aventurita para un sábado por la tarde sino tienes nada que hacer está bien. Brendan Fraser se vuelve a enfundar el papel de imitador malo de Indy Jones y Maria Bello sustituye a Rachel Weisz en el papel de la arqueóloga Evelyn, esposa de Brendan “O’connel” Fraser. Dicen por cierto las malas lenguas que Rachel Weisz se negó a firmar la tercera parte porque no le gustaba nada la idea de que su personaje tuviera un hijo de 18 años. Las buenas lenguas dicen que fueron problemas de agenda.

De todas formas no vale un pimiento de padrón con picores incluido. Como aventura es mala, como guión es poco original para este tipo de historias y las batallitas de 5000 contra 5000 ya aburren desde El Señor de los anillos (2001) hasta al más fan.

Rob Cohen tras la cámara con cierta pericia en las escenas de acción pero con el duro trabajo de convertir una mala historia en una buena película. Suerte la próxima vez.