"Bruno" el alocado personaje ideado por Sacha Baron Cohen, que llega dispuesto a sacar del armario toda su pluma para escandalizarnos con sus grotescos episodios. Un austriaco que consigue hacerse un hueco entre los personajes más estridentes del celuloide, y no dejar a nadie indiferente.

Divertida, transgresora y pornográfica, al menos Bruno no es una película concebida únicamente para hacer caja, pues su fin último es entrar en la conciencia del espectador y encender la bombillita con una crítica social depositada en una cinta divertida y aparentemente superflua. Este chapazo de Michael Moore se presenta con un atractivo envoltorio de comedia gamberra, que, apoyada por una gran campaña de marketing consigue que el público acuda en masa a las salas, aunque la mayoría de ellos se queden con los "o sea" de un estrambótico gay haciendo el indio.

Una película irregular, con algunos gags más agraciados que otros, que sin duda alcanza la cima cuando Bruno escoge a sus víctimas entre las mentes más minusculas de la sociedad, y logra que entren en su mordaz juego. Triunfa en su afán de provocar.

Lo mejor: tiene momentos muy buenos.
Lo peor: que la mayoría de la gente la vaya a ver doblada.