La nueva excrecencia de Netflix recurre al montaje sincopado, el humor negro y la violencia estilizada para hacernos creer que ofrece algo nuevo, pero nadie con una mínima cultura audiovisual caerá en la trampa.

Que una anécdota más ben escuálida -tres putas huyen de su club y son perseguidas por el proxeneta y sus matones- ocupe 200 minutos de narración demuestra que los responsables de la serie son unos vendemotos de primera. Ojo... no unos incompetentes o unos chapuceros, porque CUANDO QUIEREN exponer algo con claridad y concisión lo hacen sin ningún problema. Nooooo... es mucho peor: te meten un batiburrillo de imágenes pretendidamente transgresoras, subversivas y FUERRRRTES para contar algo masticadísimo como si fuese nuevo. Nos están vendiendo un chicle reciclado como si fuese Trident de diseño.

La trama no pasa de ser una road movie con ínfulas, con putas y macarras persiguiéndose y tiroteándose por Tenerife (que debe de ser como un pueblo del Far West, porque ahí la policía ni está ni se la espera), con acción de cuchufleta interrumpida por ocasionales discursetes trascendentales sobre el amor, la prostitución, la familia, la autoestima, la polla como motor creativo, el heteropatriarcado opresor y la sexualidad del Correcaminos. Por cierto, si a alguien le interesa, las nada sorprendentes conclusiones son:
- PROSTITUCIÓN = VIOLACIÓN
- SI ERES HOMBRE, ERES CULPABLE
- LOS MALOS PIENSAN CON LA POLLA
- LOS MALOS HACEN CHISTES DE GAYS
- LA SORORIDAD ES BUENA, LA LEALTAD ENTRE HOMBRES ES TÓXICA

Las tres heroínas son tres montoncitos de clichés incapaces de despertar empatía en sus ires y venires, y oscilan entre lo sosito y lo irritante (la puta cubana). El villano también es un estereotipo andante, pero Asier Etxeandía es un actorazo capaz de dignificar cualquier mierda y consigue convertirse en lo mejor de la función

La mejor forma de disfrutar de esta tontería es tomarla como un pasatiempo cinéfilo y jugar a ver cuántos planos, escenas y situaciones son plagios de otras series y películas (Tarantino es la víctima principal, pero no la única).

Lo bueno: que es cortita y la acabas rápido, algunas interpretaciones (sobre todo Luis Zahera, el ya citado Asier Etxeandía, y también Enric Auquer). La música está muy bien, como en todas las de Tarant... ay no, perdón.

Lo malo: casi todo lo demás, especialmente ese cacho de clembuterol con ojos llamado Miguel Ángel Silvestre al que algún cabronazo convenció de que tenía madera de actor... cuando la única madera que tiene es de tronco, de leño y de tarugo. Joder, qué cosa más limitada de tío.

Lo peor: el festival de plagios -sobre todo al final de la temporada- la incoherencia, las trampas de guion.