Como diría Bender, el dinero se lo habrán gastado en casinos y furcias, porque la impresión de cutrez absoluta que deja la serie (solo he visto el primer episodio, y me ha quitado por completo las ganas de seguir) es difícil de conciliar con esa idea promocional de superproducción de fantasía épica destinada a suceder a "Juego de Tronos".

El espantoso guion consigue -y mira que es difícil- hacer confuso el planteamiento de una premisa argumental tan trillada como "mago bueno, sabio y poderoso tutela a joven señalado por una profecía y emprenden un peligroso viaje iniciático mientras son perseguidos por unos tipos feos y malos". Solo vemos a unos aldeanos pijulines sufriendo por sus conflictillos de teleserie juvenil hasta que una tía con cara de sota y su samurai guardaespaldas llegan al pueblo justo a tiempo de masacrar con sus poderes mágicos a una colección de hombres-bestia del Caos del Warhammer: luego la bruja se lleva a los cuatro paletillos para salvarlos del ejército de monstruos que se acerca (y al resto del pueblo que le den) porque los huevazos del guionista. Ah, sí, antes hemos visto a un pelotón de caballería feminazi supercuqui persiguiendo a dos machos sucios y peludos para quitarle la magia a uno de ellos porque los hombres no saben canalizarla o no sé qué mierda.

Se está defendiendo la serie con dos argumentos tan manidos como:
A) "en los siguientes episodios mejora". Es posible, no digo que no... pero con la saturación de ofertas que hay, si una serie con ciertas pretensiones y presupuesto no es capaz de retener al público desde la primera entrega lo tiene muy mal.
B) "en los libros se explica todo". Vale, pero es que no he leído los libros ni tengo por qué hacerlo, la serie debe ser capaz de sostenerse por sí misma. Además, Robert Jordan era un juntaletras segundón capaz de hacer aburrido a Conan el Bárbaro.

Los protagonistas son una panda de pollabobas sin personalidad que valga la pena reseñar, pero tengo que hacer una mención especial al Tonto del Jersey.

Momento favorito del episodio: hay dos, Rosamunda usando su magia superimportante y megatrascendental para calentar el agua del baño que comparte con su guardaespaldas (no preguntes), y cuando el guardaespaldas oye gritar a los monstruos que se acercan al pueblo y con eso le basta para calcular que son trescientos.

Lo malo del episodio: lo poco veraz del diseño de producción, he visto jornadas de rol en vivo más creíbles.

Lo peor del episodio: toda la tralla inclusiwoke que meten obsesivamente. Que en un villorrio de mierda perdido en las montañas haya tanta diversidad étnica rechina de mala manera.