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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
5
Intriga. Thriller. Cine negro Una joven muda (McGuire) trabaja en una gran mansión como criada de una anciana enferma. Cuando un asesino en serie empieza a aterrorizar al vecindario, la señora se preocupa por la seguridad de su bella sirvienta. De este film de suspense se dijo que Hitchcock no lo hubiera hecho mejor. (FILMAFFINITY)
29 de noviembre de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Irregular thriller a cargo de Robert Siodmak, uno de los más renombrados realizadores de la edad dorada del “noir”, lo cual no hace sino agravar la decepción que me ha causado su visionado. Porque se queda a medio camino de casi todo y sólo funciona a pleno rendimiento en sus tramos más netamente surrealistas y expresionistas. Lástima que no abunden: apenas el arranque —eso sí, magistral, incluyendo un emotivo homenaje a los viejos nickelodeones— y un puñado de secuencias en la antedicha línea, insalubre y bizarra, bastante logradas.
El gran problema de la cinta de Siodmak radica en que el componente melodramático y costumbrista acaba devorando lo que debiera haber sido una historia freudiana y “exploitation”, un poco al estilo de “Recuerda” (“Spellbound”, 1945), de Alfred Hitchcock, coetánea e infinitamente mejor. No hay en “La escalera de caracol” ni misterio ni suspense, con un villano cantado desde su entrada en escena, y aquejado encima del “síndrome del asesino parlanchín” —Para más información acerca de tan inoportuno trastorno, les recomiendo leer al maestro Roger Ebert—. Ni siquiera la ambientación resulta acertada. Presumiblemente ubicada a principios del siglo XX, las trazas e indumentarias de sus intérpretes, en especial las de los varones —y de manera exagerada en el caso de Gordon Oliver, quien, con su jersey de cuello vuelto, parece un existencialista francés—, se antojan muy posteriores, incluso al propio año de la película, que ya tiene mérito.
En fin, tampoco ayuda un reparto de secundarios escasamente carismáticos. Únicamente la veterana Ethel Barrymore —hermana de John y Lionel, no se me ocurren otras muchas familias que reúnan tantísimo talento— dota a su personaje de una cierta entidad. Esa anciana suya, semi demente, gruñona y amante de las armas de fuego, constituye además la versión jocosa y en femenino de un Ernest Hemingway pasado de éter. Sencillamente impagable.
Carorpar
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