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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
10
Drama Cleo (Yalitza Aparicio) es la joven sirvienta de una familia que vive en la Colonia Roma, barrio de clase media-alta de Ciudad de México. En esta carta de amor a las mujeres que lo criaron, Cuarón se inspira en su propia infancia para pintar un retrato realista y emotivo de los conflictos domésticos y las jerarquías sociales durante la agitación política de la década de los 70. (FILMAFFINITY)
23 de febrero de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo largo de la Historia del Cine han sido muchos los directores que han cedido a la tentación de llevar a la pantalla los recuerdos de sus primeros años de vida. Citemos en este punto a François Truffaut con “Los cuatrocientos golpes”, Federico Fellini con “Amarcord”, Ingmar Bergman con “Fanny y Alexander” o Louis Malle con “Au revoir les enfants”. Después de estar unos años batallando por hacerse un hueco en el “establishement” de Hollywood, el mexicano Alfosno Cuarón decidió que por fin había llegado su hora, el momento de unirse a este selecto club plasmando en imágenes sus memorias infantiles.

De todos los títulos arriba citados, solo el de Fellini se inscribe dentro del género de la comedia y apuesta claramente por el humor y la ternura. El resto se asoma a su propia infancia proyectando sobre ella la mirada crítica de un adulto, acompañada en la mayor parte de los casos de cierto ánimo de revancha y de ajuste de cuentas. La visión de Cuarón es muy distinta al articular su relato y sus recuerdos en torno a la figura de Cleo/Libo, la tata que le crió a él y a sus hermanos durante sus primeros años .De paso el realizador convierte su película en un homenaje a todas las Cleos/Libos que en el mundo han sido, y aún son, mujeres trabajadoras encargadas de educar y sacar adelante a niños de buenas familias. Cuarón nos advierte de la enorme responsabilidad que cae sobre los hombros de estas mujeres, en un momento además en el que ser mujer, ser trabajadora y ser inmigrante está más en cuestión que nunca. No es cuestión de oportunismo; es que tal vez rodar “Roma” hace unos años no hubiese tenido tanto sentido.

La mirada de Cuarón se construye desde la ingenuidad de un niño que crece en el México de los años setenta sin entender demasiado las cosas de los mayores, mientras a su alrededor su país se desangra entre revueltas estudiantes o su familia está a punto de desmembrarse en un hogar que además es ejemplo manifiesto de lo que es la lucha de clases. La película se vertebra en torno a la imagen de Cleo, a su futura maternidad y su embarazo; ilusionante al principio, frustrado al final, y recompensado en el emotivo epílogo por el amor y el cariño que le brindan los niños de la familia a la que sirve. Roma es amor al revés.

Hasta los mayores detractores del film- hay gente para todo- no tienen otro remedio que rendirse a su impecable factura técnica. A pesar de ser un ejercicio cinematográfico destinado a verse en la gran pantalla que Netfilix ha condenado a que sea vea solo en la pequeña, la película puede disfrutarse perfectamente desde el salón de casa, apreciando esas secuencias que se quedarán en la memoria para siempre (tienda de muebles- paritorio- playa) o sintiendo la emoción con esos impresionantes planos secuencia panorámicos en los que no hay que perderse ningún detalle de lo que aparece en el cuadro. “Roma” es la obra de un virtuoso, sin que ese virtuosismo sea ni mucho menos extravagante o impostado. A Cuarón le sale de dentro, natural, y ni siquiera tiene que reprimir el impulso de controlarlo. Estamos además en un relato intimista y personal, y no en una superproducción de Hollywood, así que incluso esto ultimo puede tener más mérito.
Juan Solo
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