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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
7
Comedia. Drama. Romance Es la historia de Alana Kane y Gary Valentine, de cómo se conocen, pasan el tiempo juntos y acaban enamorándose en el Valle de San Fernando en 1973.

2 de abril de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paul Thomas Anderson vuelve a localizar otra de sus historias en su Valle de San Fernando natal, en los mismos soleados escenarios en los que también transcurrían películas como “Magnolia” o “Boogie Nights”. “Licorize pizza” resulta ser una propuesta mucho más luminosa que los dos títulos citados – y dicho sea de paso que cualquiera de los que hasta ahora conforman la filmografía del director-; es por eso por lo que tiene más sentido si cabe que se presente de principio a fin bañada en esos tonos y brillos tan especiales que irradian los cielos californianos. Estamos ante toda una celebración festiva de la adolescencia, la juventud y el primer amor, siempre, claro, desde la óptica personalísima de un autor de mirada única.

“Licorice pizza” no es exactamente una película autobiográfica, más que nada porque no cuadran las fechas, pero en ella hay mucho de Paul Thomas Anderson que, quizá por primera vez en su carrera, nos permite por fin descubrir su lado más tierno. Eso no se paga con dinero. De fondo, esa Norteamérica de los 70 filmada muy adecuadamente en formato de 35 mm en la que Nixon convive con Donovan o los Doors, y sobre la que se ciernen las sombras de una crisis económica mundial, con algún que otro estrafalario y delirante personaje anclado todavía en el sueño hippy no dándose por aludido.

Pero no nos engañemos, tampoco estamos ante el clásico “chico conoce a chica” de las comedias románticas. El de nuestros protagonistas es un amor desigual no tanto por la diferencia de edades como de actitudes y carácter Tras un arranque potentísimo, parece que de repente la película decide que a lo mejor no quiere llevarte a ninguna parte, avanza un poco a trompicones, y uno empieza a tener una ligera sensación de desconcierto, un deja vu que ya ha sentido otras veces con este director. Pero no, hay que darle un margen de confianza a esta parejita en la que tantas esperanzas se han puesto al principio.

Él, Gary, es un quinceñaero emprendedor y echao p´alante; ella, Alana, le saca diez años pero parece algo más desubicada. Él corre hacia la madurez, ella huye intentando desandar lo andado. La pregunta es ¿lograrán encontrarse en algún punto intermedio?

Para relatarnos esta historia de amor primerizo, Paul Thomas Anderson elige a dos actores que también hacen su debut en la gran pantalla. Y nadie lo diría a juzgar por el desparpajo que demuestran y la soltura con la que se mueven en escena. Él es Cooper Hoffman, hijo del fallecido Philip Seymour Hoffman, uno de los habituales rostros en las primeras películas del director; el chaval es el vivo retrato de su difunto padre, y a poco que aprenda a dominar el gesto llegará lejos. Me temo que su compañera de reparto ya ha llegado a ese lugar. Alana Haim ya había trabajado anteriormente con Paul Thomas Anderson que la había dirigido en varios videoclips del trío musical del que forma parte junto a sus hermanas. En su primera aparición en el cine, Alana hace gala de una naturalidad y un talento desbordante; literalmente se come a bocados la cámara. Ni Alana ni Cooper resultan especialmente guapos, o no responden al menos al ideal canónico de belleza hollywoodiense; a cambio tienen algo mejor, magnetismo.

Y son precisamente el magnetismo de los dos protagonistas y la química imposible entre ambos lo que termina de atrapar al espectador en una película río que adopta una estructura episódica para narrarnos las distintas fases de su historia de amor, un cúmulo de anécdotas y experiencias engarzadas entre sí por elipsis a veces no del todo matizadas, de forma que a lo que te quieres dar cuenta de que has entrado en la siguiente etapa del enamoramiento, resulta que ya llevas un rato en ella. Encuentros, desencuentros, con algún que otro encontronazo en una película que proyecta una mirada antes irónica que puramente nostálgica. Y que te dice que el primer amor siempre triunfa, sencillamente porque es el único que se queda acompañándote toda la vida, el único por el que quizá merece la pena correr realmente. De modo que a la anterior pregunta sobre si nuestra pareja protagonista logrará encontrarse en algún punto intermedio en su carrera loca hacia el amor, yo respondo ¿acaso importa demasiado? “Yo nunca te voy a olvidar y sé que tú tampoco me vas a olvidar”. Gary Valentine dixit. Amén.
Juan Solo
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