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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
8
Comedia. Drama El ginecólogo David Erneman y su mujer Marianne llevan quince años casados. Un verano, David tiene una aventura. Marianne, desesperada, huye de Copenhague para reanudar la relación con su ex-novio, Carl Adam. David, celoso y hastiado de su amante, sólo desea una cosa: reconquistar a su esposa. Los dos vuelven a reencontrarse en el tren que va hacia Copenhague y rememoran las escenas de su vida en común. (FILMAFFINITY)
29 de octubre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una de esas cosas que si no las ves no te las crees. ¿Ingmar Bergman haciendo una comedia? ¿En serio? ¡¡¡ Bergman ¡¡¡ ¡¡¡ El de los gritos y los susurros y el silencio de Dios y todas esas cosas¡¡¡ Sí, señores, una comedia, y no una comedia cualquiera, que para una vez que nos ponemos tampoco es cuestión de escatimar nada. Nunca en la vida el autor de "Fanny y Alexander" se acercó tanto a la "screwball" como en "Una lección de amor". Porque, salvando las distancias y ciertos toques inevitablemente escandinavos, esto podría haber venido firmado perfectísimamente por Lubitsch o por Preston Sturgess. Con un ritmo frenético desde el primer minuto, unos ingeniosos diálogos cargados muchos de ellos de doble intenciones, y la guerra de sexos flotando en el ambiente en todo momento, "Una lección de amor" presenta el argumento típico de aquellas comedias que solía protagonizar el tamdem Hepburn-Tracy o el dúo Cooper- Stanwyczk durante la época dorada del género en Hollywood.

Pocas obras cinematográficas despiertan tantos prejuicios como la de Ingmar Bergman; la mayoría de ellos apuntan a presentarnos al maestro sueco como un autor críptico y casi siempre inaccesible. Nada más lejos de la realidad, y para muestra este botón. En contra del tópico, Bergman se revela como un espíritu intelectualmente inquieto que en su afán de abarcarlo todo abraza todo tipo de disciplinas y géneros. También la comedia, por supuesto, cuyas reglas parece tomarse muy en serio y conocer al dedillo.

Ya de entrada la película se nos presenta como una "comedia para adultos por Ingmar Bergman". El director reivindica su autoría al tiempo que, mediante una voz en off, nos advierte que esa comedia pudo muy bien derivar en tragedia. Fue Woody Allen, uno de los discípulos más aventajados de Herr Ingmar, quien acuñó eso de que la comedia es tragedia más tiempo o de que todo depende del color del cristal con que se mira. Pues bien, ya sabemos de dónde pudo sacar esas ideas.

"Una lección de amor" es una rara avis, una perla en la filmografía bergmaniana y aunque solo sea por eso, por su carácter de pieza inédita ya merece destacarse. Sin ser tampoco ni mucho menos la alegría de la huerta, Bergman tampoco es ese tipo aburrido y amargado que nos pintan. Cierto es que no volvió prácticamente a tocar el género, sus personajes no tienen el don de la risa, ni siquiera en su acepción más aristotélica. Si acaso podremos ver leves atisbos de ironía en alguno de sus posteriores dramas más profundos. Será porque, como dice uno de los personajes de "Una lección de amor", es muy difícil hacer comedia en un país que tiene once meses de invierno al año.
Juan Solo
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