Las comparaciones son odiosas, pero en la particular lucha de esta película con la saga "Torrente", de la cual bebe (y mucho), ésta cinta en particular es superior a la tercera (y última, esperemos) de la saga de Santiago Segura.

Eso sí, es mala a rabiar. Arturo Fernández hace lo mismo de siempre; Gabino Diego, en su papel de jovenzuelo astur, tiene su gracia... la primera media hora; Kira Miró, bastante mala, sobre todo cuando fuerza las lágrimas; Loles León, por comparación, casi es la que mejor lo hace, lo cual no es decir mucho.

Ciertos puntos son, incluso, graciosos. No de carcajada, claro. Graciosos de sonrisa. Con eso se puede conformar uno siempre y cuando busque una película que no sea para recordar.