En su primer visionado, poco después de los primeros 90 en que se rodó, no me gustó (especialmente pegote recuerdo que me pareció entonces la parte de la historia relativa al trabajo del protagonista en "El cobrador del Frac"). La segunda vez que la vi, años después, comprendí al fin por qué se la habia considerado un pequeño clásico de la comedia madrileña revisitada: graciosa, encantadora, tierna y romántica. Ahora, en el 2015, aprovechando la oportunidad que nos da TVE con ese gran ciclo que es "Historia de nuestro cine" (porque siempre fue una película difícil de volver a ver: no se echaba en la tv y no se podía conseguir en internet), me ha vuelto a provocar sensaciones agridulces, casi más agrias que dulces. Pivotando toda la cinta en torno al personaje de Pedro/Pere Ponce, si éste no te llega a caer bien, no te resulta gracioso, el resto del andamiaje se viene abajo, porque el personaje de Ariadna está casi vacío, se queda en el de mujer objeto con una preciosa sonrisa, y el resto no son más que secundarios muy secundarios.
Desgraciadamente, ya no puedo ver en el personaje de Pedro ni la gracia con la que supuestamente había conseguido en su día emular al Óscar Ladoire de "Ópera prima", ni la ternura con que encandilaba a Ariadna Gil y, de paso, a nosotros los espectadores. Antes que todo eso, no puedo evitar ver un tío torpe y bocazas cuyas acciones no se entienden o directamente resultan ridículas, con lo que lo demás, la historia de amor con Ariadna - a cuyo personaje, con los años , se le ven todas sus insuficiencias - resulta poco creíble y, por lo tanto, insípida y sin emoción. Y la parte de la ambientación más asociada a su momento, los años en que se rodó, ha quedado demasiado ingenua, ha envejecido mal. Mejor lo ha hecho, en ese sentido y en cualquier otro (gracia y romanticismo), la segunda parte no declarada de "Amo tu cama rica" que se rodó años después: "Los peores años de nuestra vida".