Ay... Qué ganas tenía de ver esta película después de haber disfrutado hace unos años de El orfanato como un enano... Pero poco tiene que ver con aquella... Poco o más bien nada.
El arranque de la película, alabadísimo, ya se me antojó normalillo, pero bueno, dentro de lo que cabe tiene su aquel y no huele como el resto del metraje a corta y pega de películas que uno ya ha visto, y es que desgraciadamente el guión no se sostiene por sí solo. Todo encaja demasiado, todo está demasiado preparado y explicado, todo cuadra demasiado bien para resultar fresco. Y si bien su factura técnica es impecable y Belén Rueda está maravillosa, las referencias a los titos Alfred y Darío, a los que adoro con todo mi corazón cinéfilo, incluso a la citada El orfanato ( esa llave probando en todas las cerraduras de la casa con distintos planos y enfoques) cantan demasiado y hacen que el vigor que podría haber demostrado se pierda conforme avanza la trama.
Aún así, lo bueno de la película es lo suficientemente bueno como para darle una oportunidad, y lo malo, si uno lo piensa un rato después de verla, se acaba perdonando.
Lo mejor:
- Belén Rueda, a ver si este año le toca el Goya que le arrebató injustísimamente una de mis actrices preferidas, la Verdú.
- El susto en el vestuario de las ciegas... Estaba solo en una sala de cine ( qué vergüenza, de verdad, porque la de Paranormal Activity estaba hasta la boca una semana después) y pegué un grito de los que fijo se oyeron fuera del cine.
- La fotografía es estupenda, con los contrastes subjetivos de la pre-ceguera.
- A nivel técnico podría competir con cualquier peli de Oscar hollywoodiense.
Lo peor:
- Lluís Homar, malo, malo, malo...
- El demasiado encajado guión en el que una cosa lleva a la otra oliendo demasiado a oportunidad ( salgo-entra-sale-entro)
- El minuto final es para darle un uno a la peli, así que se lo pueden evitar.
- La cosa canta demasiado...

Véanla, aunque sólo sea por disfrutar de una Rueda maravillosa.