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España España · asturias
Voto de javieritos:
9
Terror. Thriller Cientos de cintas de video son descubiertas en una casa abandonada en un pueblo del estado de Nueva York. Su contenido consiste en torturas, asesinatos y desmembramientos, convirtiéndose en la más perturbadora prueba de la existencia de un asesino en serie jamás vista... (FILMAFFINITY)
15 de abril de 2014
38 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me rindo. En mis ataques de cinefagia extrema he devorado tantísimo cine malo de terror últimamente, con la casualidad de que gran parte era del subgénero “Falso documental-Found Footage-Mockumentary” que estúpidamente iba auto aplicándome las teorías de condicionamiento clásico de los perros de Pavlov y sólamente con detectar uno, me entraba un sarpullido tremendo.
Con el sosiego que da la reflexión y la revisitación de buenas obras he de reconocer que sí, que el subgénero, en su esencia y naturaleza, me gusta. De hecho a veces hasta me encanta.
Después de lanzarme esas pedradas virtuales y mentales a la cabeza que obvia y claramente merezco, me explicaré.
En un intento por recopilar las películas más traumáticas, impactantes y chungas que han dejado huella en mi cabeza, veo que muchas de ellas son de -estupendos- found footages, como el que aquí nos ocupa. Una cinta bizarra, hiperrealista y friki que resume el espíritu y fundamento del subgénero, tan al alza en la cinematografía alternativa de las últimas décadas, básicamente por sus escasos requerimientos técnicos y financieros.
Pero realmente el fenómeno no es cosa de unos años, de unas décadas. El falso documental nace casi a la par que el documental, que registra en soporte fílmico con diferentes intenciones un acontecimiento determinado, pero la repercusión lograda por “El proyecto de la bruja de Blair”, peli que no me canso de criticar, pero que supuso un cambio radical en la manera de ver cine, ha unificado una gran cantidad de producciones de distinto pelaje, calidad y resultado, pero lo suficientemente sólido como autónomo subgénero.
Un falso documental entendido como tal, sería la antítesis del documental, es decir, el engaño no documentado. Craso error. Un falso documental no es más que un documental, que sigue los mismos procedimientos de elaboración, documentación, análisis y estudio, el mismo lenguaje plástico y ritmo narrativo transparente, enfocados no a registrar un hecho real, sino una ficción, pero bajo el aspecto formal del documental clásico. Para ello, hay que dotarlo de un enfoque propio, un lenguaje adecuado y un rigor absoluto para tratar de colarnos que lo que vemos es una realidad. Y para lograr esa realidad hay que acudir, apartándose del rigor documental, al elemento actoral e interpretativo reforzado con un guión que de por hecho que el espectador tiene los conocimientos suficientes sobre lo que se nos va a contar como para alcanzar un nivel elevado. Así, con unos buenos actores, unos datos rigurosos o al menos con la apariencia de serlo que contribuyan a la credibilidad de la historia será lo que haga que el espectador perciba lo que se cuenta en pantalla como cierto y se logre ese engaño, ese juego de realidades y ficciones indiferenciadas que es el máximo nivel que se puede conceder al género. Porque aunque la edición y los créditos lo desmientan, la finalidad no es otra que entretener y vulnerar la percepción de lo real.
Por otra parte, como resultado natural del falso documental nace el found footage, el metraje encontrado. Aquí los requisitos son otros de partida. La técnica amateur, el uso de las tecnologías al alcance de la mano del espectador y la espontaneidad sorpresiva serán los marcadores que logren ese efecto de voyeaur pretendido. Con elementos tan sencillos puede lograrse algo en el género de terror mucho más destacable que en el resto: la empatía obligatoria al hacernos cómplices absolutos puede acabar resultando espeluznante
El problema principal de estos subgéneros es que la poca imaginación de directores, a veces con recursos, otras ni eso, acaban resultando tan tramposos que se auto evidencian por sí solos. Planos imposibles, ediciones de sonido, intrigas agotadas, acaban aburriendo y no consiguiendo ni por un solo segundo la sensación vanguardista de realidad pretendida.
The Poughkeepsie Tapes es un estupendo e ingenioso falso documental elaborado con metraje encontrado, que nos relata las andanzas terroríficas de un asesino despiadado durante un periodo de diez años en los que no ha dejado de grabar rigurosamente cada uno de sus crímenes.
La película empieza con la propietaria de la casa en un pueblo del estado de Nueva York donde vivió el asesino y se encontraron infinidad de cintas en las que, sin identificarse al autor, se encontraban registrados su perturbadores y brutales crímenes y torturas.
Entonces, documental y metraje grabado cámara en mano se van intercalando para asistir por ejemplo a una clase de criminología donde se estudian las famosas cintas o a diferentes entrevistas policiales.
La película destaca sobre todo por su estupenda estructura y el tratamiento de sus imágenes, que sin mostrar demasiada sangre y víscera, resultan aún más impactantes y bizarras. En concreto, una secuencia en la que el asesino graba a una chica en ropa interior tratando de explotar un globo con sus nalgas nos dice mucho de lo retorcido y cabrón del sujeto y se queda en la cabeza, imborrable.
La cinta es una propuesta absolutamente creíble, sólida y que resume a la perfección los parámetros de calidad que toda buena peli de este género debería tener.
Además, logra horrorizar con su tono insano y pervertido, con un vigor dramático fabuloso y una verosimilitud totalmente acertada. Si se visionase sin saber realmente lo que es, la experiencia sería absolutamente perturbadora, ya que aún a sabiendas, logra el escalofrío contínuo gracias a su atmósfera sucia e hipnótica logradísima, las imágenes diferenciadas y estupendamente tratadas-distorsionadas y la dirección del reparto.

SIGUE EN SPOILER. MUCHO MÁS EN NIDODECUERVOS
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
javieritos
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