Con un argumento que roza lo rocambolesco y una acertada puesta en escena desquiciante, Danny Boyle, que cuenta con la tranquilidad que le da la libertad de ejecución sin presiones de casi cualquier proyecto, nos ofrece un entretenimiento bastante retorcido en el que nada es lo que parece ser.
Con buen pulso se apoya en las interpretaciones más que convincentes del elenco y llega un momento en el que ya no importa lo que estás viendo sino cómo lo haces.
El robo de un Goya por un grupo de ladrones de alto copete liderado por el cada día más apetecible Vincent Cassel fracasa porque el infiltrado no recuerda dónde lo puso y tienen que recurrir a una hipnotista con más trayectoria de la que aparenta para resolver el caso.
Vueltas de tuerca, giros y más giros y una tensión que no decae hacen de Trance una buena peli, de lo mejorcito del sobrevalorado director.
Lo mejor: Cassel, mito erótico confirmado. Dawson, en un rol demasiado bueno, pero ya se sabe, dormir en el mismo colchón tiene sus ventajas.
Lo peor: Al final uno ya no sabe qué creerse.