Cuando me recomendaron ver esta serie, pregunté: ¿De qué va? Respuesta: Un tío, con cáncer, que para dejar la vida de su familia medio resuelta, dilucida un plan perfecto, aprovechando sus nociones de química: "cocinar" droga.

Me pareció tan ¿grotesca? la idea que, por puro morbo, decidí verla; y tan sólo puedo decir que es una auténtica joya. Es todo en esta serie lo que la hace merecedora de dedicarle 45 minutos al día: la ardua fotografía, el espléndido guión, la magnífica trama, la tremenda interpretación (Giancarlo Esposito, ¡bufff!, Bob Odenkirk, ¡espectacular!)

Ojo a aquellos que busquen aquí una historia con final feliz, normal o meramente entretenida, porque no la encontraran.