Discrepo totalmente de las dos calificaciones medias que se da a los dos volúmenes de Nymphomaniac.

El funcionamiento de la película es el siguiente: el director se vale de objetos de una habitación para realizar comparaciones y explicar, apoyándose en ellas, la historia de la ninfómana. Cada objeto, un capítulo.

La primera parte abusa de los símiles, además, en mi opinión, son comparaciones son muy poco creíbles. Estos símiles son pretenciosos, mero ornamento que quiere demostrar el amplio espectro cultural que maneja el director. Lo único que consigue es que esas divagaciones absorban la historia, nos distraigan y no nos dejen empatizar con la vida de la protagonista. Cuando esos símiles son menores, se empieza a vislumbrar una película que merece la pena, con frases muy interesantes que invitan a la reflexión sobre múltiples aspectos. Pero eso sucede muy poco, en un primer volúmen que deja mucho que desear.

La segunda parte sigue, aparentemente, la línea de la primera. Sin embargo, la diferencia es sustancial. En este volumen, Lars von Trier no da el protagonismo a los objetos y nos deja vislumbrar al completo la evolución de la ninfomanía. Se libera de esa egolatría que demuestra en la primera parte. Los diálogos coherentes adquieren mucho poder y peso.

Mención especial sobre la manera en la que Lars von Trier inicia y finaliza la película. Mucha clase.

En definitiva, un primer volumen deficiente y un segundo volumen muy interesante.