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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de urbana:
6
Drama Basada en un hecho real ocurrido en 1850, narra la historia de Solomon Northup, un culto músico negro que vivía con su familia en Nueva York. Tras tomar una copa con dos hombres, Solomon descubre que ha sido drogado y secuestrado para ser vendido como esclavo en una plantación de Louisiana. Solomon contempla cómo todos a su alrededor sucumben a la violencia y a la desesperación. Pero él decide no rendirse y esperar a que llegue el ... [+]
9 de marzo de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película, reciente ganadora del Oscar a la mejor película, seguramente esté llamada a convertirse en un referente de lo que fue el tema de la esclavitud en los Estados Unidos. Y está bien que así sea. La temática lo merece, y sin duda la Academia tenía que otorgar un reconocimiento a esta obra y a este tema, el “pecado original americano”.

En lo personal la película me ha parecido correcta y convencional. No mucho más. Siempre resulta interesante ver retratado en el cine hechos que tienen que ver con determinados momentos históricos o con ciertos aspectos de la naturaleza humana, y tener la posibilidad de reflexionar sobre ellos, aprender, enriquecer la mirada, intentar comprender un poco más.

Esta película en particular, basada en una historia real y situada a mediados del siglo XIX, retrata la durísima vida de los esclavos en las plantaciones del sur de los Estados Unidos, desde la mirada de Salomon, un hombre negro que es libre, culto, “americanizado”, pero que ha sido víctima de un secuestro y es vendido y obligado a convertirse en esclavo. El punto de vista se vuelve así más desgarrador, y de algún modo toda la audiencia puede ponerse en su lugar, en su piel.

La película es hiperrealista, y pone todo el acento en la crueldad de los amos hacia sus esclavos, en la humillación, en el maltrato sistemático como si de animales de carga se trataran, en la deshumanización, en la dureza del trabajo en los campos. De esta manera no nos quedan dudas del sufrimiento de quienes padecieron la esclavitud, y no podemos evitar sentir una inmensa impotencia y de preguntarnos cómo es posible que estas cosas pudieran suceder.

Personalmente siento que la película se quedó en la mera ostentación del maltrato, y poco ahondó en otras cuestiones más sutiles. Imagino que a lo largo de la historia de la esclavitud habrá habido amos menos sádicos y un tanto más benévolos, y esclavos viviendo situaciones quizás menos sufrientes. Esto de todos modos no le quita al tema de la esclavitud la profundidad de su dramatismo. Hubiera querido aproximarme un poco más a saber qué había en las cabezas de los hombres blancos convencionales de la época, qué le pasaba a una sociedad capaz de institucionalizar la esclavitud. Cómo se combinaban el afán de acumular riqueza con el desprecio racial y la trata de personas. Y qué cuestionaban quienes postulaban la abolición. Hubiera querido sumergirme también un poco más en la docilidad de quien nace esclavo y no conoce otra forma de vida, sobre cómo se sobrevive colectivamente cuando se es considerado poco menos que un animal.

La esclavitud resultó abolida, afortunadamente, pero por desgracia todavía subsisten la explotación y la opresión, bajo otras formas. Como espectadores podemos pararnos de nuestras butacas y aplaudir esta obra de Steve McQueen, pero no nos confundamos. Alguien tiene que seguir haciendo el trabajo duro en este mundo. Probablemente los modernos sistemas de cosechas hayan atenuado el trabajo humano en las plantaciones de algodón, pero las modernas factorías textiles ubicadas en China están llenas de trabajadores que se desempeñan bajo durísimas condiciones, incluso con mano de obra infantil. Muchos de nosotros luego vamos a las coloridas tiendas “low cost” a comprar nuestras prendas a costos convenientes, sin preguntarnos qué hay detrás de cada artículo que compramos, qué sistema humano estamos validando. Sencillamente no nos interesa. Y despúes tal vez vayamos a comprar una entrada al cine, a ver a la última ganadora del Oscar y a indignarnos con las injusticias que se cometían en el siglo XIX.
urbana
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