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Voto de reporter:
6
6,7
10.344
Comedia. Drama
Eric Bishop, un cartero de Manchester, fanático del fútbol, atraviesa una dura crisis vital: sus dos hijos hacen trapicheos de todo tipo, su hija le reprocha que no sepa estar a la altura de las circunstancias y, además, su vida sentimental es un desastre. Ni siquiera el buen ambiente que reina en el trabajo consigue levantarle el ánimo. Inesperadamente, una tarde se presenta en su casa Eric Cantona, su ídolo, la estrella de su equipo, ... [+]
26 de noviembre de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No quisiera recordar en exceso la todavía reciente y dolorosa pérdida del Rey del Pop -de eso ya se encarga Kenny Ortega-, pero el recuerdo del que en su día llegó a ser uno de los más grandes artistas musicales de las últimas décadas, y más aún todo lo referente a su convulsa vida personal, sirven para destapar la faceta más mitómana (que irónicamente suele derivar en igualmente enfermizos sentimientos iconoclastas) de la sociedad occidental actual. Ya sea por el hecho de hacerse mayor, ya sea a causa del boom tecnológico que a unos nos ha hecho descubrir cuántas cosas nos estamos perdiendo... o ya sea simplemente porque el llamado “sistema” es incapaz de satisfacer nuestras desbocadas necesidades -o caprichos-, lo cierto es que la sensación de desencanto está cada vez más asentada en el colectivo.
Es por ello que no son pocos los que deciden, aunque sea de forma inconsciente, volcar todas sus expectativas y sueños frustrados, en los presuntos héroes con los que les ha tocado convivir en el tiempo. Son esos seres de los que creemos saberlo todo: con quién se han acostado, el número exacto de hijos que oculta, el nombre del fotógrafo al que han aporreado, o cuántas veces han visitado la comisaría a lo largo del último mes. Personajes cuyas virtudes y defectos sirven respectivamente para marcar el camino a seguir o a evitar para sus innumerables fans. Son estos actores / cantantes / deportistas los que componen un cada vez más volátil star-system, y a los que les borramos cualquier atisbo de humanidad para que ejerzan de guías espirituales particulares durante las veinticuatro horas del día.
En esta línea, en la maravillosa ‘Amor a quemarropa’, Christian Slater reforzaba su moral con las lecciones de un Val Kilmer con claros toques de Elvis Presley. Por su parte, en ‘Alta fidelidad’ John Cusack no dudaba en pedir consejos amorosos al mismísimo Bruce Springsteen. En esta ocasión el gurú por sorpresa es Eric Cantona, el mejor consigliere al que podía aspirar un consumado seguidor de los Red Devils. Al fin y al cabo, en momentos de gran desconsuelo, el protagonista ya acudía a la imagen del exjugador galo para encontrar en ella a un psicólogo... o a un mesías que alumbrara el oscuro camino de su vida.
Es por ello que no son pocos los que deciden, aunque sea de forma inconsciente, volcar todas sus expectativas y sueños frustrados, en los presuntos héroes con los que les ha tocado convivir en el tiempo. Son esos seres de los que creemos saberlo todo: con quién se han acostado, el número exacto de hijos que oculta, el nombre del fotógrafo al que han aporreado, o cuántas veces han visitado la comisaría a lo largo del último mes. Personajes cuyas virtudes y defectos sirven respectivamente para marcar el camino a seguir o a evitar para sus innumerables fans. Son estos actores / cantantes / deportistas los que componen un cada vez más volátil star-system, y a los que les borramos cualquier atisbo de humanidad para que ejerzan de guías espirituales particulares durante las veinticuatro horas del día.
En esta línea, en la maravillosa ‘Amor a quemarropa’, Christian Slater reforzaba su moral con las lecciones de un Val Kilmer con claros toques de Elvis Presley. Por su parte, en ‘Alta fidelidad’ John Cusack no dudaba en pedir consejos amorosos al mismísimo Bruce Springsteen. En esta ocasión el gurú por sorpresa es Eric Cantona, el mejor consigliere al que podía aspirar un consumado seguidor de los Red Devils. Al fin y al cabo, en momentos de gran desconsuelo, el protagonista ya acudía a la imagen del exjugador galo para encontrar en ella a un psicólogo... o a un mesías que alumbrara el oscuro camino de su vida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Con un planteamiento tan delirante, y a la postre cómico, parece que el elemento sobrante aquí sea el director, un auténtico especialista en los drama sociales. Ken Loach, no obstante se las ingenia para llevar durante buena parte del metraje la propuesta hacia sus dominios. Así, el que acaba buscando como alma en pena a Eric es más bien el espectador. Lo que haga falta con tal de huir de las cansinas, forzadas e inadmisiblemente simplonas desgracias de esa familia disfuncional. Este tic tan característico de Loach en mi reglamento arbitral se traduce como mínimo en una tarjeta amarilla, pero estoy dispuesto a dejarlo en una amonestación verbal. Primero, porque el cineasta de Warwickshire consigue aprovechar en su favor la artificiosa saturación dramática, para acabar configurando una cinta no tan hilarante como cabía esperar, pero sí notablemente simpática. Segundo, porque finalmente encontramos a Eric, y cuando Cantona está en pantalla, el filme gana muchos enteros.
Siempre listo para soltar alguna frase lapidaria, las apariciones del rechoncho astro rebosan comicidad y ternura. Entrañan a la vez una muy acertada reflexión sobre la avalancha de emociones y sentimientos que mueve el fútbol, así como el consiguiente proceso esquizofrénico que siguen muchos para fusionarse con los colores de su camiseta, o con los jugadores que los defienden. A destacar la escena en la que el cartero le pregunta a su ídolo cuál fue la mejor acción de toda su carrera deportiva. Un momento que huele a manipulación, pero que funciona a la perfección para la ocasión. Y que ya de paso, confirma que las islas británicas han dejado claro que este año, con títulos como ‘The Damned United’ y ‘Buscando a Eric’, la relación del deporte rey con el séptimo arte pasa por un muy buen momento.
Siempre listo para soltar alguna frase lapidaria, las apariciones del rechoncho astro rebosan comicidad y ternura. Entrañan a la vez una muy acertada reflexión sobre la avalancha de emociones y sentimientos que mueve el fútbol, así como el consiguiente proceso esquizofrénico que siguen muchos para fusionarse con los colores de su camiseta, o con los jugadores que los defienden. A destacar la escena en la que el cartero le pregunta a su ídolo cuál fue la mejor acción de toda su carrera deportiva. Un momento que huele a manipulación, pero que funciona a la perfección para la ocasión. Y que ya de paso, confirma que las islas británicas han dejado claro que este año, con títulos como ‘The Damned United’ y ‘Buscando a Eric’, la relación del deporte rey con el séptimo arte pasa por un muy buen momento.