Cuando comencé a verla me sentí como esos jubilados que se acercan a las obras y pasan toda la mañana contemplando el trabajo de los obreros en las calles. A los pocos minutos el desarrollo evoluciona acompañado de una banda sonora muy adecuada a las impresionantes imágenes que muestra; la belleza de la historia se encuentra en la contemplación pasiva de la cotidianidad de un tipo que se estrelló con su avioneta en el ártico y debe buscar una salida...

Mínimos diálogos; el espectador todo lo va descubriendo gestionado a través de una minuciosa narrativa visual. Su ritmo fluido evita que se enquiste en una mera exposición de secuencias más o menos conseguidas.

Lo mejor su atípico final, alejándose de lo que estamos acostumbrados en las producciones americanas.