Adaptación al cine de la novela del mismo titulo hecha por el propio escritor. Para ser nuevo, no lo hace nada mal.

Historia dura sobre las reflexiones de un soldado tras perder brazos y piernas en una explosión. Sus reflexiones, miedos y recuerdos van desfilando por la película narrados por una voz en off que también va describiendo todo lo que oye y percibe postrado en la cama.

Las primeros minutos son imponentes visualmente: un Sutherland representando a Jesucristo dice a cada uno de los jóvenes lo que les va a pasar y la escena con él en la locomotora con esa cara de locura es impactante.

Después de la explosión se pasa al blanco y negro. Toda la acción va a ocurrir en las paredes del hospital donde recupera la consciencia. Oye lo que opinan de su situación, los planes que tienen para él, conocerá la verdadera cara de muchos de los que desfilan por esa habitación. El monólogo y sus divagaciones son tan desesperados que estás en vilo todo el rato.

Critica la sociedad, el nulo respeto de las instituciones a los lisiados y veteranos de guerra, el olvido total de la persona en las cadenas de burocracia y mando, el absurdo del sacrificio de la juventud para mantener élites económicas.
Pero sobre todo pedirá derecho a una muerte diga. Ese es el verdadero alegato de esta película.