Alfred Hitchcock nos regala un clásico del cine que perdura años después, creando una tensión y un suspense sin límites.
¿Quién no ha observado alguna vez a sus vecinos a escondidas? ¿Quién no se ha imaginado como es su casa y el tipo de vida que llevan? ¿Quién no los ha juzgado alguna vez? La intimidad del individuo en su casa es muy personal, y seguramente lo que nosotros vemos anormal para otras personas es habitual. Todos en nuestra intimidad tenemos algo juzgable.
En esta ocasión un fotógrafo que tiene que guardar reposo por la rotura de una pierna, solo encuentra distracción observando a sus vecinos. Después de varias semanas se conoce la vida de cada uno y sus hábitos. Un día empieza a sospechar que el vecino de enfrente a matado a su mujer debido a que se comporta de modo extraño y ella no aparece.
Es entonces cuando empieza una carrera contrarreloj para averiguar el paradero de esa mujer. Todo indica que no ha sido asesinada, pero existen ciertos comportamientos y circunstancias que dan pie a lo contrario.
James Stewart nos realiza una interpretación mítica y Grace Kelly nos aporta su punto de glamour en una película que parece más una obra de teatro que de cine. Ambos se convierten en investigadores amateurs, e intentarán resolver un crimen que no saben si realmente ha ocurrido.
En fin, nos encontramos ante una de las películas míticas de cine, y una joya del cine de suspense. Es un film que engancha desde el principio, ya que uno en cierto modo se siente reflejado por muy duro que cueste reconocerlo. Uno se ve reflejado en ese interés por saber que hace cada vecino en su intimidad, ya que alguna vez todo el mundo ha sentido esa atracción.