Todo el mundo simpatiza y empatiza con una secuestrada, "válgame dios, qué horror".
Eso es fácil.
Pero esta miniserie también logra que desconfíes (tal vez odies) a la secuestrada según vaya aclarándose lo sucedido en sus 13ñ de secuestro (ahora tiene 26 años).
Y eso es un gran logro: no todo es como lo que parece, se siembran medidas desconfianzas que te hacen preguntarte si estás ante una víctima o una cómplice (tal vez asesina).

La actriz posee una psicomotricidad a lo "tío calambres", unos tics y maneras (se estira las mangas para ocultar sus manos y mueve ojos y torso como si tuviera huesos de goma) que te hacen dudar tanto de su claridad mental como de su sufrimiento por un posible ‘síndrome del secuestrado’, anhelando regresar con el secuestrado.

Y es que la serie trata de abordar una especie de "Síndrome de Estocolmo" a medio cocer, que nunca llegas a concluir.

Aunque es de las series que enganchan, no le doy un 10, porque debería haberse ceñido al plan de plantearla como "basada en hechos reales", ya que lo que desmerecen son los giros y secuencias sacadas del "manual del buen guionista".