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Ciencia ficción. Aventuras. Bélico. Acción. Fantástico. Romance
Año 2154. Jake Sully (Sam Worthington), un ex-marine condenado a vivir en una silla de ruedas, sigue siendo, a pesar de ello, un auténtico guerrero. Precisamente por ello ha sido designado para ir a Pandora, donde algunas empresas están extrayendo un mineral extraño que podría resolver la crisis energética de la Tierra. Para contrarrestar la toxicidad de la atmósfera de Pandora, se ha creado el programa Avatar, gracias al cual los seres ... [+]
28 de diciembre de 2009
62 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
Le estoy cogiendo el gustillo a esto de criticar blockbusters. Vamos allá.
Te hablan de revolución y evidentemente no te crees nada, no eres idiota. Pues haces bien.
No sé qué pasa últimamente, a lo mejor es cosa mía, pero me da la impresión de que estos taquillazos que nos tratan de colar en esta década apelan a cierto tipo de emociones concretas. Creo que tiene algo que ver con determinadas emociones infantiles, algo así como “la magia de ver el cine cuando eras niño” o alguna gilipollez por el estilo.
Algo que identifico con los 80, aunque también con la primera trilogía de La guerra de las galaxias. Me sugieren títulos como Ghostbusters (Cazafantasmas, 1984) o Back to the future (Regreso al futuro, 1985). Siempre me da la impresión de que con este tipo de películas, en las que incluyo a la aclamadísima The Dark Knight (El caballero oscuro, 2008) pretenden tocar cierta fibra sensible rayana en lo infantil y que parece ser que lo logran. Es por ello que escribo esta crítica ya no desde mi habitual actitud belicosa y biliosa, sino desde la perplejidad.
A los niños no les gusta el gris. A los niños les gusta saber dónde están los buenos y los malos, la búsqueda del gris y el relativismo moral es cosa de adultos. Es algo que tienen tanto estas nuevas películas como aquellos delirios ochenteros. Os invito a revisar esas cintas. Muchas de ellas pierden, muchas otras no. ¿Qué es lo que falla con estas nuevas? ¿Por qué este Indiana Jones con su calavera de cristal no conmueve?
Una vez más, sospecho que es una cuestión de tono. Los mensajes ochenteros eran sencillos: no te drogues, sé bueno y pégale a los malos. Aquí es como que nos perdemos por el camino con mensajes ecologistas y demás…
En fin, tendré que hablar de la película. Un guión de corto estirado a 160 ridículos minutos. Empalague visual, que dijo un colega. Cada vez que miraba a James Cameron, que estaba en la butaca de al lado, me preguntaba con la mirada: “Qué, ¿a qué mola?” o “Te estás emocionando ¿verdad?”.
No. No siento nada. Pienso que he muerto por dentro y que ya es imposible conmoverme. Pero entonces recuerdo que hace poco vi Le salaire de la peur (El salario del miedo, 1953) y que en sus 140 minutos tuve los dientes apretados por la tensión.
El guión es nulo. La comparación se ha vuelto un tópico, pero es que estamos ante Pocahontas (1995)… que tampoco era nada original realmente. Los diálogos son de puro escándalo. No pude contener la risa en más de una ocasión y eso que no quería ofender a Cameron.
(continúo en spoiler sin spoiler)
Te hablan de revolución y evidentemente no te crees nada, no eres idiota. Pues haces bien.
No sé qué pasa últimamente, a lo mejor es cosa mía, pero me da la impresión de que estos taquillazos que nos tratan de colar en esta década apelan a cierto tipo de emociones concretas. Creo que tiene algo que ver con determinadas emociones infantiles, algo así como “la magia de ver el cine cuando eras niño” o alguna gilipollez por el estilo.
Algo que identifico con los 80, aunque también con la primera trilogía de La guerra de las galaxias. Me sugieren títulos como Ghostbusters (Cazafantasmas, 1984) o Back to the future (Regreso al futuro, 1985). Siempre me da la impresión de que con este tipo de películas, en las que incluyo a la aclamadísima The Dark Knight (El caballero oscuro, 2008) pretenden tocar cierta fibra sensible rayana en lo infantil y que parece ser que lo logran. Es por ello que escribo esta crítica ya no desde mi habitual actitud belicosa y biliosa, sino desde la perplejidad.
A los niños no les gusta el gris. A los niños les gusta saber dónde están los buenos y los malos, la búsqueda del gris y el relativismo moral es cosa de adultos. Es algo que tienen tanto estas nuevas películas como aquellos delirios ochenteros. Os invito a revisar esas cintas. Muchas de ellas pierden, muchas otras no. ¿Qué es lo que falla con estas nuevas? ¿Por qué este Indiana Jones con su calavera de cristal no conmueve?
Una vez más, sospecho que es una cuestión de tono. Los mensajes ochenteros eran sencillos: no te drogues, sé bueno y pégale a los malos. Aquí es como que nos perdemos por el camino con mensajes ecologistas y demás…
En fin, tendré que hablar de la película. Un guión de corto estirado a 160 ridículos minutos. Empalague visual, que dijo un colega. Cada vez que miraba a James Cameron, que estaba en la butaca de al lado, me preguntaba con la mirada: “Qué, ¿a qué mola?” o “Te estás emocionando ¿verdad?”.
No. No siento nada. Pienso que he muerto por dentro y que ya es imposible conmoverme. Pero entonces recuerdo que hace poco vi Le salaire de la peur (El salario del miedo, 1953) y que en sus 140 minutos tuve los dientes apretados por la tensión.
El guión es nulo. La comparación se ha vuelto un tópico, pero es que estamos ante Pocahontas (1995)… que tampoco era nada original realmente. Los diálogos son de puro escándalo. No pude contener la risa en más de una ocasión y eso que no quería ofender a Cameron.
(continúo en spoiler sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Creo que toda esta legión de críticos que la está ensalzando, salvo los dos o tres que siguen con los pies en el suelo (un saludo a Javier Ocaña, de EL PAÍS), simplemente tienen miedo de estar muertos por dentro, temor que yo también he sentido. Les digo que no pasa nada. Que mañana habremos olvidado esta película, quedará en anécdota el hecho de que pagáramos unos euros más por añadir una dimensión a la pantalla. Sus ridículas frases de entronamiento de la cinta quedarán en la tapa del DVD, pero bueno, nadie es perfecto.
En serio, son 160 minutos y ya no sé qué decir. No quiero pensar en lo poco que podré decir mañana. Y en lo positivo… es en 3D ¿lo sabíais?
Nota: 4/10. Para lo larga que es tampoco he sufrido tanto. Pero he sufrido, que conste.
En serio, son 160 minutos y ya no sé qué decir. No quiero pensar en lo poco que podré decir mañana. Y en lo positivo… es en 3D ¿lo sabíais?
Nota: 4/10. Para lo larga que es tampoco he sufrido tanto. Pero he sufrido, que conste.