Resulta que un tal Carpenter, director harto de filmar exitazos de género con dos euros como presupuesto, se le había ocurrido allá por fines de los 70 crear una peli de terror con argumento mínimo, estructura mínima y economía más que discreta...

Director llamado a hacer: jamás un estudio de filmación pudo haberse sentido más realizado que con el descubrimiento de este hombre, capaz de transformar moneditas sueltas en éxitos económicos considerables. Será porque dentro de su simpleza la tiene demasiado clara, será porque se da cuenta que el terror no pasa por bidones de sangre ni golpes de efecto encadenados.

No, él pone las tintas en la atmósfera, el mayor recurso que posee el terror y que muy pocos saben explotar. Sabe que una cámara en mano durante cinco minutos puede generar un plano secuencia introductorio y ya el espectador se mete en la peli agarrado de una oreja. El asesino...no importa lo feo que sea, apenas le vemos la cara, lo importante es que está presente aún cuando no lo vemos, porque el fuera de campo de esta peli es realmente tétrico.
Puede ser un loco, un monstruo con poderes (algo de eso hay, puesto que levanta a un hombre tomándolo del cuello). Pero no importa, ES, y el espectador lo siente.

Y ese suspenso, me resultó más angustiante cuando el "cuco" no ataca, y esa música in crescendo que te anuncia lo peor: similar a Los pájaros, temibles cuando atacan y peor aún cuando se alinean en silencio. O La cosa, del mismo dire, pura atmósfera también...

Para todos aquellos que tienen la oportunidad de hacer honor a este género, peli imprescindible. Véanla, se lo pedimos los terror/maníacos, porque hoy en día se vé cada chorrada...y con mucho más presupuesto. Con mucho más.