Claustrofóbica, surrealista, esquizofrénica y paranoica, con tendencia suicidas. Sectas, conspiración y locura. Inseguridad, miedo y soledad. Todo eso y más es para mí “El Inquilino” la cual se transformará en una de aquellos entrañables e interesantes filmes al cual le puedes sacar más de una interpretación. En ella coexisten elementos que te cautivan de principio a fin. Esto porque en la novela del extravagante escritor Roland Topor, llevada genialmente a la pantalla grande por Roman Polanski, nada de lo que se ve es lo que realmente parece ser. ¿Esquizofrenia o paranoia del protagonista? ¿Conspiración de maldad de sus vecinos? ¿Salida del closet del inquilino? Son algunas de las interrogantes que quedarán marcadas en nuestras retinas antes y terminado el filme, y que por supuesto tendremos que descubrir.

Departamentos malditos

Cabe mencionar que la cinta pertenece a la clásica trilogía claustrofóbica de departamento creada por el director polaco, (conformadas por “Repulsión” y “El Bebé de Rosemary's ”) y por cierto es una de mis preferidas debido a lo interesante del guión, temática y al excelente manejo visual de su director, donde la marca Polanski una vez nos deleita con sus imágenes extraídas de las peores pesadillas del director de “El pianista”. En cada una de estas tres cintas, sus protagonistas son víctimas de las circunstancias y de las atmósferas claustrofóbicas que los rodea. Tocan fondo y se sienten que viven un complot permanente, lo cual los lleva al extremo, convirtiendo sus pensamientos en verdaderos delirios de persecución, donde al final no sabes si fuiste testigo de sus paranoias, o en verdad estaban en lo cierto y nos hicimos parte de su locura. En este sentido la atmósfera de suspenso e intriga que crea su autor es envolvente, y donde la realidad sobrepasa lejos la fantasía, de una forma que se podría definir de morbosa y retorcida.