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Voto de Fernando Puertas:
6
Drama Nana (Anna Karina) es una joven veinteañera de provincias que abandona a su marido y a su hijo para intentar iniciar una carrera como actriz en París. Sin dinero, para financiar su nueva vida comienza a trabajar en una tienda de discos en la que no gana mucho dinero. Al no poder pagar el alquiler, su casera la echa de casa, motivo por el que Nana decide ejercer la prostitución. (FILMAFFINITY)
3 de julio de 2010
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siendo un film de Godard, estamos ante una película en la que importa más el cómo se cuenta que lo que se cuenta. Si Al final de la escapada era rompedora en su forma, en Vivir su vida Godard vuelve a destrozar y a hacer pedazos las convenciones del cine, y mediante una serie de encuadres horribles y planos feísimos nos cuenta una historia dedicada a las películas de serie B. ¿Podríamos imaginarnos una conversación articulada con los personajes de espaldas? Pues Godard en esta película lo hace. ¿Y unos planos que capturan el cogote de los personajes desde un ángulo antiestético? Pues Godard en esta película lo hace. ¿Y unos movimientos de cámara injustificados? Pues Godard en Vivir su vida mueve la cámara cuando le da la gana y porque le da la gana. No obstante, hay que decir en beneficio del rey de la nueva ola, que salta a la vista que son errores de alguien que conoce las reglas del cine a la perfección. Decía Picasso que primero había que conocer las normas para después saltárselas. Pues bien, creo que en este sentido Godard es el Picasso del cine, puesto que él sabe cómo se debe hacer una película, qué normas hay que seguir y qué principios hay que aplicar, pero sencillamente no le da la gana aplicar ningún principio y seguir ninguna norma, haciendo en cine el equivalente de un Picasso en pintura. ¿Para qué vamos a respetar el raccord?
Uno de los mejores elementos del filme es, aparte de la triste música que entra de vez en cuando, la preciosidad de Anna Karina, que fue, por cierto, mujer del propio Godard. Si para la obra representativa de la nouvelle-vague veíamos a una bellísima Jean Seberg, en Vivir su vida Anna Karina es quien nos deja boquiabiertos al mirar a cámara con esos ojazos. No así con su gracia para bailar, por cierto.
Como no podía ser de otra forma en un cinéfilo empedernido como es Godard, los guiños al séptimo arte vuelven a estar presentes, y si en Al final de la escapada veíamos una cartelera que anunciaba la Hiroshima mon amour de Alain Resnais, en Vivir su vida vemos, aparte de una proyección de La Pasión de Juana de Arco de Dreyer (con la que el personaje de Nana guarda cierto paralelismo), la Jules et Jim de su compañero Truffaut. Pura nouvelle-vague.
Fernando Puertas
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