Tiene todos los elementos para el debate a posteriori, empezando por la propia exposición de la historia, los recursos narrativos -oníricos en color, realidad horrenda en blanco y negro-, y luego los temas que toca sin dejar resquicios al almíbar: guerras, patriotismo, eutanasia, manipulación.
Los instantes de ensoñación de nuestro Gregor Samsa mutilado son dispares en cuanto a interés: a mi me convencieron en los que aparece el magnífico "carpintero" Sutherland - hioperactivo en los 70, y con bastante ojo para embarcarse en cosas buenas-, y las charlas con su padre, un auténtico hombre "palo - zanahoria" para con su hijo. De las terroríficas escenas en blanco y negro me quedo con todas, y algunas de ellas te encogen el alma por lo duras que se antojan. Sin apenas enseñar carne, lo duro que se puede llegar a ser.
Reflexión introspectiva, nunca mejor dicho, sobre los grandes temas de nuestro tiempo, y la deriva mortal de los nacionalismos.
Nota: 7,15.