Se suele decir que Edward G. Ulmer es el director más maldito entre los malditos. Trabajó como aprendiz con Murnau y con directores como Robert Siodmak , Billy Wilder o Fred Zinnemannd. Hacía películas de encargo, pero tenía la habilidad de convertirlas en películas de autor. Casi un prestidigitador. Con 20.000 dólares era capaz de hacer cosas como ésta.

El tiempo ha convertido a “Detour•”en una película de culto, llegando a afirmarse que es una de las mejores en su especie, la serie B.

Es evidente que está rodada con un presupuesto bajísimo. Aunque antes de empezar su rodaje se había ensayado con los actores durante 1 mes, fue filmada en sólo 6 días con poquísimos medios.

Su estilismo, su fatalismo y su amargura la convierten en una película diferente. Es indudable su potencia visual. Tiene todos los ingredientes del cine negro como la voz en off, una fotografía expresionista en B/N, flash-back y una enorme mujer fatal. Añade también suspense, thriller y elementos de road movie. La película tiene un poso de existencialismo evidente .

No hay rastro de glamour por ninguna parte. La mala suerte o el destino (según como se mire) son los que mandan. No hay alternativa. Ello se une a pasividad de un tipo amargado y apagado como pocos (Tom Neal) que tiene la mala suerte de caer en manos de una mujer que casi da miedo (Ann Savage), con ojos saltones, dominante y que no tiene una sola idea buena.
El descenso a los infiernos no se hará esperar demasiado. La atmósfera de ensueño y fatalidad está plenamente lograda.

Bienvenidos al desasosiego y la desesperanza.
El viaje dura poco más de una hora. No hay excusa para no echarle un vistazo.