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España España · Barcelona
Voto de polvidal:
9
Ciencia ficción. Drama. Fantástico. Romance En el año de 2092, Nemo Nobody, que tiene 120 años, es el último ser humano mortal de la Tierra y vive rodeado de hombres que han alcanzado la inmortalidad gracias a increíbles avances científicos. Cuando Nemo se encuentra en su lecho de muerte, recuerda varias posibles existencias y matrimonios que no llegó a vivir. (FILMAFFINITY)
21 de julio de 2010
19 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Alguna vez te has arrepentido de tus actos? ¿Has llegado a pensar qué hubiera sido de tu vida si en un determinado instante hubieras optado por otro camino? En el poder de las decisiones ha querido centrar el director belga Jaco van Dormael su última película. Un tema, el del destino, explotado en infinidad de ocasiones en el cine, desde aquella Dos vidas en un instante de Gwyneth Paltrow hasta Corre, Lola, corre, pasando por la más directamente relacionada con Mr. Nobody, El efecto mariposa.

¿Qué hay de nuevo entonces? Es evidente que la manipulación del espacio temporal es como una golosina para guionistas, permite jugar sin límites con el espectador. Confusión, sorpresa, giros inesperados. Elementos muy efectistas para meterse al público en el bolsillo. Además, la frontera entre el destino y el libre albedrío, entre las casualidades y nuestras elecciones, es algo que todos nos hemos planteado alguna vez en la vida. ¿Qué hubiera sido de mí si…?

Nemo Nobody tiene la capacidad de saberlo. Desde el momento en que sus padres se separan y lo obligan a elegir, en una sucesión de preciosas escenas en una estación de tren, su vida discurre por derroteros bien distintos. Es impresionante la capacidad del director para hacernos saltar de una realidad a otra, provocando un aturdimiento de lo más placentero. Y es que el gran acierto de la película lo encontramos precisamente en el montaje, elaboradísimo, complejo, impresionante, al más puro estilo Amélie pero sin el regusto infantil que por momentos desprende la cinta de Jeunet.

Mr. Nobody es todo un reto para el espectador, no porque resulte demasiado compleja de entender, sino porque requiere el esfuerzo de superar la confusión de los minutos iniciales y el final abierto a múltiples interpretaciones (nada más comenzar, varias personas abandonaron la sala, mientras otras tantas rompieron en aplausos al terminar la cinta). Su desenlace es el punto más cuestionable del filme. Quizá no hacía falta entrar en demasiadas explicaciones. El placer ya lo proporcionan la atracción de sus imágenes y lo atractivo de su planteamiento. Motivos más que suficientes para incluirla en la lista de obras maestras inesperadas.
polvidal
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