La película es arrolladora. El maestro Anthony Mann es un experto en plasmar acciones épicas. La fotografía y los escenarios, impresionantes hasta tal punto que hacen creíble la leyenda. El argumento se basa en el Cantar del Mío Cid, omitiendo algunos episodios. Charlton Heston está espectacular en su sobredimensionado personaje, al igual que en otros papeles donde demuestra su especialidad (por ej. Ben Hur o Moises). La banda sonora de Miklos Rozman, fantástica. Por desgracia, la obra tiene todos los defectos de la mayor parte del cine historicista y es la falta de rigor y fidelidad a la realidad. Si bien es cierto que existió una guerra civil sucesoria entre herederos, el Cid no era un patriota sino un guerrero profesional, cabecilla de un ejército de mercenarios que trabajaba sólo por dinero, por encargo del mejor postor, moro o cristiano. El rey Sancho II murió asesinado pero jamás existió el juramento de Santa Gadea. La conquista de Valencia se hizo a título propio, no en nombre de ninguna corona. Es verdad que el Cid no perdió ninguna batalla pero murió de muerte natural, no en combate. Las alusiones a España son absurdas puesto que la nación no se conformó hasta muchos siglos después. La justificación de las leyendas se basa en las propagandas oficiales que necesitan héroes icónicos. El cine no debería pasar por ello.