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Voto de Lawrence:
9
Drama Antonio Salieri es el músico más destacado de la corte del Emperador José II de Austria. Entregado completamente a la música, le promete a Dios humildad y castidad si, a cambio, conserva sus extraordinarias dotes musicales. Pero, después de la llegada a la corte de un joven llamado Wolfang Amadeus Mozart, Salieri queda relegado a un segundo plano. Enfurecido por la pérdida de protagonismo, hará todo lo posible para arruinar la carrera ... [+]
19 de julio de 2011
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
De vez en cuando la naturaleza (llámesele Dios) reparte dones extraordinarios entre algunos pocos de sus mortales e imperfectos hijos: los hombres. Los que son elegidos, tal vez lo sean por puro azar, o tal vez por algún designio secreto... ¿Cómo saberlo? Cuando sólo podemos saber que existen seres superiores a nosotros, bien podemos conformarnos con esa realidad y aceptarla conscientemente o no, y continuar con nuestras vidas, o bien podemos rebelarnos ante ese orden de las cosas, podemos sentir más envidia de la que instintivamente sentimos y, al fin, viéndonos ante una inevitable derrota, decidir estropear los planes de Dios... Decidir matar a esos genios, expulsarlos de este mundo de personas "normales". Y ta vez si elegimos lo segundo podamos arreglarnosla para matarlos; pero jamás podremos matar lo que éstos le han heredado al mundo.

Es cierto que con frecuencia admiramos y elogiamos a aquellos que poseen dones superiores en aspectos en los que nosotros poseemos pocas habilidades. Pero cuando nace un genio en algo en lo que no quieres que sea superior a ti, cuando alguien te roba, justificado por la naturaleza, la pefección, cuando alguien es mejor que tú en lo que más amas (la música, por ejemplo), entonces eliges el segundo camino: el camino de la incorfomidad, la cólera y la frustración, el camino de la mediocridad. Esas personas, aunque estén en todo su derecho (como humanos) de sentir envidia y afanes de venganza, lo único cierto es que Dios, al final de cuentas, terminará riéndose de ellos y sus intentos patéticos de derrotarlo (no es un simple recuerdo lo de la risa de Mozart al final).

Lo cierto es que ante estos regalos incomprensibles de la naturaleza no podemos enfrentarnos. En este mundo hay talentosos, brillantes, mediocres, comunes, pésimos..., y hay genios. Lamentablemente, ése es el orden de las cosas. Cada quien utilice las habilidades que la naturaleza le ha dado como mejor pueda.
Lawrence
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