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España España · Barcelona
Voto de El Criticón:
9
Drama. Comedia 'Cinema Paradiso' es una historia de amor por el cine. Narra la historia de Salvatore, un niño de un pueblecito italiano en el que el único pasatiempo es ir al cine. Subyugado por las imágenes en movimiento, el chico cree ciegamente que el cine es magia; pero, un día, Alfredo, el operador, accede a enseñarle al pequeño los misterios y secretos que se ocultan detrás de una película. Salvatore va creciendo y llega el momento en el que ... [+]
7 de julio de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo la primera vez que vi "Cinema Paradiso", la película me pareció un producto tramposo que buscaba descaradamente la emoción desde un acumulación de tópicos del cine italiano de los 50s y 60s. Puede que esta sensación tenga algo de cierto porque "Cinema Paradiso" aprovecha una antigua formula para poner al día algo que siempre funcionó, funciona y funcionará: la nostalgia. Supongo que en el primer visionado de "Cinema Paradiso "confundí nostalgia con trampa y, aunque sigo pensando que "Cinema Paradiso" tiene trampas demasiado evidentes, cuando algo funciona y funciona tan bien consiguiendo llegar al corazón del espectador, entonces cualquier trampa es bienvenida (y artísticamente justificada). Al fin y al cabo en eso consiste el cine, en dejarnos engañar, en emocionarnos por la falsedad (la misma extraña premisa que comparte la literatura). Nos encanta que nos engañen y en este caso nos encanta que nos engañen desde la simpleza de una historia repleta de escenarios comunes, relaciones estereotipadas y mucho del melodrama neorrealista. Pero funciona, vaya si funciona. Los actores están en estado de gracia, la música de Morricone emociona hasta la lágrima y la manera en que está rodada "Cinema Paradiso" es un prodigio del buen gusto (con esos travellings frontales desde el detalle a lo general -y a la inversa- que funcionan como el mecanismo de un reloj suizo). Dijo el maestro Orson Welles que el cine es el tren eléctrico mas grande del mundo. Cineastas como Spielberg, Ford o Huston lo entendieron a la perfección. El cineasta es un niño jugando con algo grandioso, pero está jugando y en "Cinema Paradiso" Tornatore se lo pasa en grande jugando al cine dentro del cine. De acuerdo, es un tramposo... ¿Pero que mas da? ¿Acaso Speilberg; Ford o Huston no fueron tramposos para conseguir aunar arte y entretenimiento? ¿Acaso los maestros italianos De Sica o Fellini no fueron también grandes tramposos? "Cinema Paradiso" se asenta en la propuesta que todos necesitamos ser engañados y la proyecta esa idea en todos y cada uno de los fotogramas de la película, incluso cuando reniega de la idea y hace que Alfredo exija a Salvatore que nunca vuelva al pequeño pueblo porque el cine es una ilusión pero la vida hay que vivirla. Cuando Giuseppe Tornatore reniega de si mismo es cuando la película adquiere la entidad necesaria para que el espectador entienda la diferencia entre ficción y realidad pero siga prefiriendo -en ciertos momentos- esa agradable ficción. A pesar que Giuseppe Tornatore utilice la desilusión o la pobreza para justificar la ilusión por la ficción. ¿Que más da? Incluso con ese ejercicio de metalenguaje cinematográfico, Giuseppe Tornatore sigue emocionando porque consigue algo prácticamente imposible: la belleza en el discurso. Y en "Cinema Paradise" la belleza es rural y texturada, construyendo el discurso en base a escenas que ya son un clásico (Alfredo llevando a Salvatore en bicicleta, la proyección contra la casa en la plaza, la proyección en la playa, el montaje que ve Salvatore al final...). Es muy difícil que una película contenga tantas escenas que se han convertido en historia del cine. "Cinema Paradiso" tiene muchas de ellas porque esta oda a la vida (a través de la ficción) está plagada de momentos mágicos que te empuja una y otra vez a verla y a disfrutarla aun mas en los siguientes visionados. El cine dentro del cine nos ha dado grandes obras ("El crepúsculo de los Dioses" o "La noche americana") pero sin lugar a dudas, este ejercicio de proyección dentro de la proyección es una maravilla que debería ser de obligado visionado para todos aquellos que quieran dedicarse a contar historias. Tramposa, si, fallida en una pequeña parte (exceso de metraje en la historia del Salvatore adolescente)... pero deliciosa y hermosamente tramposa. Un prodigio de belleza y emoción. Una oda a la capacidad del ser humano por contar historias. Una obra maestra. Y es que uno, cuando aparece la palabra final "FINE" en la sala de proyecciones de un adulto Salvatore (y al tiempo en la pantalla del espectador), no podemos por menos que, con los ojos aun húmedos, aplaudir y decir ¡viva el cine!. ¡Viva!
El Criticón
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