Los dos protagonistas son descritos como jóvenes ricos y caprichosos. El personaje que interpreta Keaton queda retratado desde los primeros minutos del filme, donde para utiliza su flamante Rolls Royce para visitar a la que será su acompañante de naufragio, pese a que vive escasos metros de él. Esto nos induce a pensar que es una persona sumamente acaudalada, incapaz de hacer nada por sí mismo. Esto se demuestra en la primera experiencia culinaria, donde se nos muestran a los dos desvalidos incapaces de hacerse el desayuno.
Por medio del barco, que es convertido como un personaje más en la historia y es, a través de este, la excusa para contar una disparatada historia. Destacamos, por divertida, la escena del cuadro. Betsy, incapaz de dormir por la mirada inquietante de un cuadro lo lanza al exterior, con tan mala fortuna que queda enganchado y se balancea dando el efecto de que le observa, a lo que Buster huye escopetado.
Otra de las escenas por su complejidad, es la que comprende la lucha con un pez espada por parte de nuestro protagonista. En ella, ataviado con una escafandra, se sirve de un pez espada para pelear, cual contrincante de esgrima, con su adversario.
Finalmente, el film tiene un desenlace apoteósico, caníbales incluídos, que no hacen sino fomentar la idea de este artista tratando de impedir la toma del barco donde él y su amada han quedado encallados.

Se trata de una obra menor de Keaton. Con un argumento tan anodino como fácil de olvidar si se compara con sus mejores trabajos (“El cameraman”,“siete ocasiones”, “El héroe del río” y, por supuesto, “El maquinista de la general”). Sin embargo, hablar de una obra menor de Keaton no es nimiedad. Nos encontramos con gags recurrentes, ingenio y diversión que caracteriza el cine de Keaton. Jamás la mínima expresión de un rostro ha divertido y seguirá divirtiendo… por mucho que pasen los años.