Los Angeles. Jesse (Elle Fanning) es una joven que llega a esta ciudad para intentar convertirse en una modelo, con apenas 16 años de edad intentará alcanzar su sueño, es hermosa y la gente lo sabe, ella cree que es para lo único que sirve. Llega a un mundillo gobernado por los celos y los rencores, siendo ella una chica inocente, un cordero que vive con el peligro de caer en las fauces de unas bestias salvajes.

Nuevo largometraje de Winding Refn, el amo danés de la violencia estilizada, presenta una historia ambientada en el mundo del modelaje, que busca establecer una reflexión respecto a lo complicado e hipócrita que es este trabajo, de lo superficial de la cirugía plástica lo mismo que el ser humano en general, llamados únicamente por un atractivo, que en dicha área está muy encajonada en una belleza ideal que es absurda.

El director, gestor de la historia y coguionista junto a dos noveles como lo son Mary Laws y Polly Stenham, construyen la trama alrededor de la protagonista, su relación con otros personajes secundarios y con todo lo que envuelve al modelaje, de acuerdo a la narrativa que construyen los guionistas, esta no tiene grandes giros argumentales ni emociones, es bastante plana en ese sentido, e incluso cuando se da el clímax, la forma en cómo se presenta lo hace bastante llevable a pesar de lo fuerte que es.

Esta narración clásica va a dar como resultado que Jesse sufra una transformación de acuerdo a los eventos que van a ir aconteciendo, de ahí que no es de extrañar el rumbo que toma la historia de acuerdo a su enorme belleza. Valga decir que su transformación no es estrepitosa ni desencajada, es más una reflexión interna de acuerdo a lo que se está edificando alrededor de su figura.

Como es costumbre de este director, el largometraje tiene una gran belleza visual, los tonos rojizos y azulados evidentemente matizados con neón en las escenas oscuras cuasi oníricas, o marcados contrastes entre la austeridad de las aspirantes (en el caso de la protagonista, vivir en un motel, o de otros personajes, ir a una cafetería cualquiera), frente a los lujos de las agencias, las fiestas y demás, fotografía a cargo de Natasha Braier.

Otro punto bastante positivo es la musicalización a cargo de Cliff Martínez, bastante activa y movida en algunas secuencias, lo que presenta una gran antítesis a la gran mayoría de las secuencias, donde hay un silencio abrumados y donde los diálogos de los personajes es casi lo único que se escucha. Actuaciones donde ninguno destaca, siendo está una constante en los últimos trabajos de este realizador, donde los personajes se muestran fríos y calculadores.

The Neon Demon está lejos de ser un trabajo deficiente, es aceptable, más allá de que tampoco logre entonarse como una obra maestra, puede quedar en el pensamiento del espectador por dos motivos, por lo cruenta que se vuelve (nada de extrañar en el director), y por este devastador y real mensaje del mundo del modelaje, es claro también que le sobran unos 10-15 minutos luego del clímax con Jesse, pero es parte de la onda tenebrosa que Refn quiere transmitir.