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España España · MADRID
Voto de ALVARO:
6
Comedia. Romance. Fantástico Un escritor norteamericano algo bohemio (Owen Wilson) llega con su prometida Inez (Rachel McAdams) y los padres de ésta a París. Mientras vaga por las calles soñando con los felices años 20, cae bajo una especie de hechizo que hace que, a medianoche, en algún lugar del barrio Latino, se vea transportado a otro universo donde va a conocer a personajes que jamás imaginaría iba a conocer... (FILMAFFINITY)
24 de agosto de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen las crónicas que se trata de la obra más taquillera de Woody Allen. Nada detiene al genio de Manhattan. Para él no pasan los años. Su publico es siempre fiel, y hasta se incrementa al parecer. La cita con su nueva película es casi una religión para el amante de la cartelera.

Nadie puede negar ese mérito. Hasta que se muera el cineasta de origen judío seguirá llenado cines y obteniendo grandes críticas. Se lo ha ganado a pulso o al menos así lo piensa la mayoría. Lo que distingue a los realmente grandes de los que no llegan a tanto es la capacidad para crear una audiencia fiel que te siga a todas partes y ser un totem de la crítica que te perdone todo aquello que a los demás les lleva al destierro.

No creo decir una herejía cuando afirmo que nuestro héroe lleva varios años sin dar una obra maestra a las pantallas. Cumplir, cumple siempre eso sí; pero en su cine ya hay mucho de reiteración, de fórmula mecánica aplicada una y otra vez cada vez de forma más rutinaria y menos lograda.

La gran baza de sus películas, unos diálogos chispeantes, ingeniosos y llenos de humos negro hace tiempo que se perdió. Apenas uno esboza media sonrisa por la simpatía que siempre entrañan sus sufridos personajes. En cuanto a su reflexión sobre la vida y el arte, ésta ya está muy trillada por el neoyorkino y se ha manifestado de forma mucho más brillante en "La Rosa Púrpura del Cairo" o "Desmontando a Harry" por decir dos títulos cualquiera. "Midnight in Paris" se vé con agrado , simplemente pero nos nos llega a enganchar en ningún momento y en ella se percibe ese aire a cadena de montaje parecida a cualquier combinado de efectos especiales tan propia de nuestros días o a artículo diario de columnista de "pestigio" en el que se nos dice lo mismo casi siempre. Hay momentos algo más conseguidos (los encuentros con Heminway o Dalí, por ejemplo) pero su conjunto no escapa al envoltorio de lo visto con anterioridad. Sus últimas obras parecen postales turísticas de ciudades europeas a las que el realizador ama, casi entretenimientos curiosamente seguidos en masa por los espectadores.

Pero claro está que ya esperamos la nueva obra de Allen (al parecer situada en Roma) que Por descontado iremos a ver en cuento se estrene.
ALVARO
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