Plissken, estólido antes que un rumbero, sigue los postulados de Peret y termina rescatando al presidente en una Nueva York futurista llena de peligrosos delincuentes donde deberá, además, pensar si quiere afrontar la moralidad imperialista y destructora de los Estados Unidos de América que le han contratado para que sea un mercenario útil y no una cabeza pensante.

Así de divertido y casi digno de western es este clásico de las aventuras dirigido por un John Carpenter inspirado. Es cierto que no ha envejecido tan bien como nuestros ojos o corazones recuerdan y que a media película es todo tan básico que más que esencial, a ratos parece trivial.

Con todo, Kurt Russell está acompañado de un puñado de machos (Dean Stanton, Pleasence, Van Cleef, Borgnine) que dan crédito viril a un director elegante como Carpenter. Tuvo una secuela / repetición.