Media votos
6,2
Votos
3.103
Críticas
133
Listas
28
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de seagal4ever:
9
5,4
3.024
Ciencia ficción. Fantástico
A finales del siglo XXIII, en la Tierra sólo sobreviven dos razas humanas: los inmortales, una casta privilegiada que no envejece y lleva una vida placentera; la otra raza vive miserablemente y sólo confía en Zardoz, el dios al que veneran. Zardoz decide elegir a unos cuantos hombres, les entrega armas y los adiestra para enfrentarse a los inmortales. (FILMAFFINITY)
24 de enero de 2010
74 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
Personalísima obra del genial cineasta británico John Boorman, en la que éste no sólo dirige, sino que también se encarga de la escritura del guión y de las labores de producción. Tengo que reconocer que me ha sorprendido la tibia acogida que el filme tiene por estos lares cuando, personalmente, me parece una película ambiciosa y épica como pocas, pero que, entiendo, allí donde yo he visto ambición otros han podido ver pretenciosidad.
Una película que empieza con un Dios-cabeza voladora de piedra que vomita armas por la boca y que da instrucciones a los hombres para que se maten entre ellos es lo que yo llamo un inicio realmente rompedor y potente. Vuelvo a mirar la nota: ¿un 5.4? ¿Qué estoy pasando por alto? Realmente no lo sé, pero el caso es que la grandiosa distopía que Boorman plantea es de tal calado y magnitud que no puedo hacer otra cosa más que quitarme el sombrero y reverenciar el majestuoso guión.
Los más acérrimos fans de la ciencia ficción (porque esto es ciencia ficción, y no sólo eso: es ciencia ficción dura, nada de fantasía descafeinada que es lo que puede aparentar a primera vista) han de tener esta obra, por obligación, como una de las más grandes historias que recuerdan. Es tan enorme, con tal profundidad, que haría falta lo menos un libro de más de 500 páginas para llegar a decir lo que Boorman nos cuenta aquí en nada más y nada menos que una hora y tres cuartos.
La trama, sin destripar nada, vendría a contar la llegada de Zed (soberbio Sean Connery) a la tierra de los "dioses", lugar donde la clase alta y poderosa se dedica a disfrutar de la vida toda vez que han alcanzado la inmortalidad y tienen a súbditos que trabajan para ellos. Zed, un salvaje, será visto con malos ojos por gran parte de la excluyente sociedad de semi-dioses, pero aceptarán su presencia para estudiarle desde el punto de vista de la ciencia. Según vaya introduciéndose cada vez más en la vida y costumbres de los semi-dioses, irá conociendo mejor sus secretos y se preparará para dar un gran golpe que hará temblar los cimientos no sólo de la sociedad, sino en última instancia de todo el mundo conocido.
Una película que empieza con un Dios-cabeza voladora de piedra que vomita armas por la boca y que da instrucciones a los hombres para que se maten entre ellos es lo que yo llamo un inicio realmente rompedor y potente. Vuelvo a mirar la nota: ¿un 5.4? ¿Qué estoy pasando por alto? Realmente no lo sé, pero el caso es que la grandiosa distopía que Boorman plantea es de tal calado y magnitud que no puedo hacer otra cosa más que quitarme el sombrero y reverenciar el majestuoso guión.
Los más acérrimos fans de la ciencia ficción (porque esto es ciencia ficción, y no sólo eso: es ciencia ficción dura, nada de fantasía descafeinada que es lo que puede aparentar a primera vista) han de tener esta obra, por obligación, como una de las más grandes historias que recuerdan. Es tan enorme, con tal profundidad, que haría falta lo menos un libro de más de 500 páginas para llegar a decir lo que Boorman nos cuenta aquí en nada más y nada menos que una hora y tres cuartos.
La trama, sin destripar nada, vendría a contar la llegada de Zed (soberbio Sean Connery) a la tierra de los "dioses", lugar donde la clase alta y poderosa se dedica a disfrutar de la vida toda vez que han alcanzado la inmortalidad y tienen a súbditos que trabajan para ellos. Zed, un salvaje, será visto con malos ojos por gran parte de la excluyente sociedad de semi-dioses, pero aceptarán su presencia para estudiarle desde el punto de vista de la ciencia. Según vaya introduciéndose cada vez más en la vida y costumbres de los semi-dioses, irá conociendo mejor sus secretos y se preparará para dar un gran golpe que hará temblar los cimientos no sólo de la sociedad, sino en última instancia de todo el mundo conocido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
De verdad que no miento cuando digo que no sé por dónde empezar a comentar esta película. La riqueza de matices y de elevados conceptos, tales como el don de la mortalidad (sí, son sólo cuatro palabras, pero su implicación es tan absolutamente sublime que se nos escapa de las manos), el fin de la eternidad, la lucha clasista, los inmortales pidiendo que les maten; repito: inmortales pidiendo que les maten.
Altos conceptos todos ellos que se entremezclan con una historia de ciencia ficción en la que lo que en un principio parece pura fantasía se nos desvela como un truculento e inhóspito futuro en el que un grupo de científicos decidieron encerrarse alejados del resto de la sociedad y crear su particular edén en que vivir. Pero todas sus grandes esperanzas se transformarán inevitablemente en un despiadado mecanismo de control que termina por dominarles. La llegada de Zed resulta ser de todo menos casual, y su creación a través de la elección de los ADN más propicios termina por empezar a cristalizar y ofrecernos las implicaciones que toda la compleja historia mantiene y que empezamos a desentrañar y comprender.
Ambiciosísima producción que quizás por su alto contenido conceptual y abstracto la ha alejado de su verdadero público, cuando la gente venía esperándose encontrar con la película de turno de género fantástico: leve y superficial, más o menos entretenida y fácilmente olvidable. El terreno que Boorman toca puede ser muchas cosas, pero para nada es superficial. Es totalmente trascendental, alcanzando cotas de abstracción que verdaderamente pueden llegar a incomodar por su enorme densidad y pesadez conceptual.
Dicho todo esto, mantengo mi desconcierto por la bajísima nota de la que hace gala este gran filme del no menos genial Boorman. No lo entiendo del todo, pero sí en parte. Creo que el principal problema es de expectativas, pues el filme ofrece mucho más de lo que aparenta, además de alejarse completamente de la fantasía para adentrarse en la ciencia ficción más metafísica. Por otro lado, quizás también sea aconsejable enfrentarse a ella con un cierto bagaje previo en este tipo de historias para no salir totalmente escaldado. No se me malinterprete: no digo que los que no la consideren tan redonda como yo no la hayan entendido, ni mucho menos. Quizás la han entendido mejor que yo y por eso la han puesto en su sitio. Pero lo cierto es que esta película me ha transmitido muchas y muy diversas sensaciones, y todas ellas bastante atractivas.
Altos conceptos todos ellos que se entremezclan con una historia de ciencia ficción en la que lo que en un principio parece pura fantasía se nos desvela como un truculento e inhóspito futuro en el que un grupo de científicos decidieron encerrarse alejados del resto de la sociedad y crear su particular edén en que vivir. Pero todas sus grandes esperanzas se transformarán inevitablemente en un despiadado mecanismo de control que termina por dominarles. La llegada de Zed resulta ser de todo menos casual, y su creación a través de la elección de los ADN más propicios termina por empezar a cristalizar y ofrecernos las implicaciones que toda la compleja historia mantiene y que empezamos a desentrañar y comprender.
Ambiciosísima producción que quizás por su alto contenido conceptual y abstracto la ha alejado de su verdadero público, cuando la gente venía esperándose encontrar con la película de turno de género fantástico: leve y superficial, más o menos entretenida y fácilmente olvidable. El terreno que Boorman toca puede ser muchas cosas, pero para nada es superficial. Es totalmente trascendental, alcanzando cotas de abstracción que verdaderamente pueden llegar a incomodar por su enorme densidad y pesadez conceptual.
Dicho todo esto, mantengo mi desconcierto por la bajísima nota de la que hace gala este gran filme del no menos genial Boorman. No lo entiendo del todo, pero sí en parte. Creo que el principal problema es de expectativas, pues el filme ofrece mucho más de lo que aparenta, además de alejarse completamente de la fantasía para adentrarse en la ciencia ficción más metafísica. Por otro lado, quizás también sea aconsejable enfrentarse a ella con un cierto bagaje previo en este tipo de historias para no salir totalmente escaldado. No se me malinterprete: no digo que los que no la consideren tan redonda como yo no la hayan entendido, ni mucho menos. Quizás la han entendido mejor que yo y por eso la han puesto en su sitio. Pero lo cierto es que esta película me ha transmitido muchas y muy diversas sensaciones, y todas ellas bastante atractivas.