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Voto de John Dunbar:
5
Comedia Hugo y Braulio, dos jóvenes con formación universitaria, hartos de no encontrar ni trabajo ni futuro en España, deciden emigrar a Alemania siguiendo los cantos de sirena de un programa de televisión tipo "Españoles por el mundo". Pero pronto descubrirán que sobrar en un sitio no significa ser necesario en otro, y que perseguir el sueño alemán puede tener mucho de pesadilla. (FILMAFFINITY)
17 de diciembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Efectivamente Nacho G. Velilla consigue que sus protagonistas pierdan el norte y le honra desdramatizar una situación angustiosa para muchos llevándola al humor sin llegar al absurdo. Pero falsea un tanto la caricatura de la supuesta fuga de talentos de nuestro país, acuciados por la crisis y la falta de empleo, hacia países en donde la situación no sea tan crítica. Ni todos los que nos dejan en pos de oportunidades o de mejoras salariales son licenciados, ni éstos, si se da el caso, emigran a la aventura, sin un destino claro, un contrato bajo el brazo y unos conocimientos suficientes del idioma cuando éste es distinto al nuestro. El ejemplo estandarizado de Andrés -el personaje interpretado por José Sacristán en la película- es ejemplo de su época pero no del presente como nos hace dar a entender. Que haya cierto paralelismo no siginifica que sigamos siendo el que limpia, el que recoge la basura, sirve la mesa o actua como un simple correveidile de otros. No, al menos, necesariamente siempre.
Y por si estos clichés -y alguno más- no fueran bastante, el guión tampoco es que sea precisamente un prodigio de creatividad. Aunque hay algunas escenas y diálogos con cierta chispa no deja de tener todo un aire previsible, incluyendo su parte romántica. Todo sería bastante soso y anodino si no fuera por Julián López y su personaje que, aun no siendo el epicentro sobre el que todo gira, resulta vital para darle brío a la historia, para que coja cierto vuelo y la gracia de la que carecería sin él la cinta.
Por cierto, que gracias a él, la parte más divertida viene con el comienzo de los créditos finales, lo que no dice mucho en favor de la película. De todas maneras, aunque con lo expuesto no la deje en muy buen lugar, debo reconocer que verla no me ha disgustado en absoluto. Uno pasa un rato muy agradable, con algunas dosis de emotividad y alguna risa sobradamente merecida.
John Dunbar
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