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Voto de Sines Crúpulos:
7
Drama "El País de los sueños", un burdel situado en un barrio de Tokio, atraviesa una difícil situación, ya que el Parlamento está a punto de aprobar una ley que prohíbe la prostitución. Retrato de la vida cotidiana de diversas prostitutas: aquellas a las que las circunstancias obligaron a comerciar con su cuerpo, pero también aquellas otras que intentan abandonar ese medio de vida. (FILMAFFINITY)
27 de diciembre de 2007
20 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
LA LUMI NUEVA.
Llega al burdel “La casa de los sueños” un tipejo con una chica. “Levántate, que vea yo ese cuerpo serrano…”, le dice la madame (una señora que fuma), “… mmm… contratada”.
La chica tampoco se entusiasma mucho, es consciente de su valía como mujer objeto, y gasta malos modales (para ser japo): mastica chicle y contonea sus curvas de mujer.

LA MADAME.
Las chicas hacen la calle agresivamente, “oye, guapo” dicen, y agarran a los japonesitos por la solapa, les zarandean, y, si estos pasan, les empujan contra la pared, rebotan y se chocan con las bicicletas aparcadas.
La lumi nueva es joven y guapa (para ser japo) y el dinero le quema en las manos, así que le debe una pasta gansa a la madame, esa señora que fuma, que se pasa el día prestando.

LA LUMI VIEJA
Total, que la nueva le roba un cliente a la vieja del burdel, porque aquel prefiere la carne fresca, y la veterana se pone a llorar. “Que te pasa ahora, a ver…”, le dicen las otras mientras hacen punto, “pues que estoy harta y que me quiero pirar de aquí. Tengo un novio por ahí que he conocido por Internet y que me va a hacer feliz”. “Claro que sí, chica, haces bien, además, que sepas que los yankis dicen que te puedes ir de rositas sin darle ni un duro a la madame”.
Así que el día de la despedida le hacen regalos y la joven, que a parte de puta, es una hijaputa, le regala un billete de tren con la fecha de vuelta abierta. Y así es. A los tres días está de vuelta porque su internauta príncipe azul es un cabronazo que nada más conocerla la pone a coser suelas de chancletas y a llevarle cervezas mientras él se rasca la barriga viendo combates de sumo.

LA LUMI MADRE
A todo esto, el hijo de una de las lumis se acerca a la ciudad a visitar a su madre sin avisar y claro, la ve zarandeando hombres por la solapa y el chaval flipa. Se mosquea, y se va de casa a currar en una fábrica. La madre llama todos los días al jefe para darle las gracias y, aunque se omite, se supone que el jefe se acaba haciendo el sayamuri ese, o como se diga. Total que un día se planta en la fábrica y el hijo reniega de ella como si renegase del mismo diablo. La pobre mujer se queda en shock y pasa el resto de sus días como mortal cantando canciones populares con la mirada perdida en el infinito.

LA LUMI LISTA
Mientras tanto, una de las chicas, más lista que el hambre (para ser japo), se dedica a saquear a los puteros con el viejo truco del hermanito enfermo, y acaba montando un negocio de alquiler de sábanas para putiferios, o algo así. El dueño y la madame, esa señora que fuma, le compran trapos porque no son rencorosos.

EL DUEÑO
Y es que el dueño parece un buen hombre (para ser japo), y no se cansa de repetir a sus chicas que sólo él vela por ellas y por su salud. Así que nada, buena gente y buen rollo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sines Crúpulos
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