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España España · Madrid
Voto de Telemaco:
10
Drama Después de haber entrenado y representado a los mejores púgiles, Frankie Dunn (Eastwood) regenta un gimnasio con la ayuda de Scrap (Freeman), un ex-boxeador que es además su único amigo. Frankie es un hombre solitario y adusto que se refugia desde hace años en la religión buscando una redención que no llega. Un día, entra en su gimnasio Maggie Fitzgerald (Swank), una voluntariosa chica que quiere boxear y que está dispuesta a luchar ... [+]
26 de julio de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
...porque si entendiese no cabría Eastwood en su lógica.

La peli me suscita varias dudas: ¿tiene techo el talento de Clint? ¿Se puede hacer mejor película con menor artificio? ¿A quién hay que venderle el ánima para conservar íntegras las entendederas a los ochenta años?

En realidad, poco importan las respuestas. El destino quiso antagonismo, y así la tuvo con un hombre de personajes chulescos, soeces y aguerridos; homólogos de pelo en pecho, vaso de whisky y escupitajo al suelo. Y...tachán. Resultó falsa la apariencia, inesperada cuanto menos, la de un Eastwood con alma para contar historias. ¡Qué escondido te lo tenías, cabronazo!

Se juntaron la elegancia y la profundidad como poco acostumbraban: salió "Million Dollar Baby" para deslumbrarme. Como con su director, las apariencias no hacen justicia a la cinta. Rehúsa de los que te la resuman como una de boxeo con final dramático. No, dramática lo es de principio a fin, y toda la temática no es más que un pretexto. Es un drama humano, varios a decir verdad. La vida es el porqué, los personajes son el cómo, y el dónde y cuándo no tienen mayor importancia.

Fue la vida la que quiso que Maggie Fitzgerald no fuera nadie ni tuviera nada. ¿Y qué podía hacer ella ante tal desazón? Pelear, primero figurada para después hacerlo literalmente. ¿Qué posibilidades tenía de prosperar boxeando? Las de un necio, pocas. La vida estaba siendo generosa con Maggie: le brindaba una posibilidad, incierta, pero posibilidad a fin de cuentas. Ésta tenía nombre y apellidos: Frankie Dunn, un perro viejo del mundo del ring, dueño de un gimnasio poco agradecido. Frankie tenía dos cosas más importantes que el gym: Eddie Dupris y los fantasmas de su pasado. Eddie, antes boxeador, después tuerto, sobrevive trabajando para Frankie, limpiando suelos y letrinas. En su caso, el azar quiso que tocase la cima y después se desplomará hacia un abismo muy profundo. Si no fuera por él, tiempo atrás habría perdido Frankie la cordura. Respecto a los fantasmas, son los propios de un hombre que ha vivido largo tiempo. Ni el perdón ni las oraciones harían que se esfumasen: para Frankie no quedaba redención posible.

El viejo encontró en Maggie la hija que perdió, y tan intensa relación se forjó entrambos que no podía terminar bien. Y así fue. Frankie desquebrajó su alma por completo. El éxodo en las tragedias griegas, el final, cuando los dioses castigan al infeliz de turno. Sófocles estaría orgulloso, desde luego. La vida, tal cual es de incomprensible y desbordante.

No diré más -bastante he dicho- de esta obra magna e imperecedera del cine. De sobra hay para animarse o no a verla. Sólo darle las gracias a Clint por compartir una reflexión tan íntima con nosotros. Ah, y si la peli te aflige y desconsuela, un poco de tarta de limón te levantará el ánimo de nuevo.
Telemaco
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