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Voto de Lafuente Estefanía:
9
Bélico Un joven que participa en la Guerra Civil Norteamericana (1861-1865) acaba descubriendo que la vida de soldado encierra más horror que diversión. A pesar de todo, gracias a la guerra, dejará de ser un chico asustadizo y se convertirá en un hombre valeroso y entregado en el campo de batalla. (FILMAFFINITY)
15 de febrero de 2021
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En las cartillas que reflejaban nuestro paso por el Servicio Militar, "la Blanca", al ocuparse del posible valor del soldado se estampaba la lacónica respuesta con que titulamos la reseña: "Se le supone". Y gracias que no había oportunidad de comprobarlo ...
Basada en una popularísima novela de Stephen Crane ambientada en la guerra civil americana, "Medalla roja al valor" analiza el fenómeno del valor, la cobardía, el compañerismo, la angustia, la obediencia, la generosidad así como otros muchos sentimientos y sensaciones que desencadenan en el frente de batalla cuando, nuestra supervivencia depende de abatir a otro ser humano exactamente igual a nosotros.
Como si se tratara de un camino a recorrer por etapas, vamos viendo los cambios anímicos que experimenta un grupo de jóvenes soldados de la Unión en la guerra civil, desde la bravuconería inicial cuando están aburridos lejos del fuego enemigo, a las crisis que se plantean cuando apenas estás separado del enemigo por un centenar de metros y ven, angustiados, que se abalanzan sobre ellos con la bayoneta calada.
El silencioso aislamiento para rumiar lo que el destino les va a deparar en la batalla decisiva del día siguiente. También el temor a no estar a la altura de las circunstancias y emprender la vergonzante huida, casi tan temida como la propia muerte. Ninguno está seguro de cuál va a ser su respuesta en los instantes decisivos. "Si los demás aguantan, yo como el que más", comenta cachazudo el pundonoroso gigantón Jim Conclin (Dierkes) a sus jóvenes amigos Henry Fleming (Murphy) y Tom Wilson (Mauldin).
Gran película con un argumento muy bien desarrollado en el guion y en la realización, combinando con acierto los planos amplios del campo de batalla y de los movimientos de las tropas, con otros mucho más intimistas que permiten apreciar la angustia que padecen estos jóvenes en el sudor frío que perla sus frentes, la saliva que tragan con dificultad, la sequedad de los labios ... Primeros planos o planos muy cortos, porque la excelente interpretación de los protagonistas (de lo mejor que hemos visto de Murphy), basta para transmitir la lucha interior que se está produciendo en cada uno. La cara como reflejo del alma, no hace falta más.
Reflexiones tomadas sin duda de la novela, pues al final "Dejar las cosas en las manos de Dios y cumplir con el deber. Así, si te matan, es cosa suya". Cosa de Dios o cosa del destino, "Morir no es para tanto", frase que recuerda el célebre poema de Martín Descalzo: "Morir solo es morir, / morir también se acaba".
Veremos asimismo la delgada línea que separa la cobardía del heroísmo, a veces sobrepasada gracias al coñac "asaltaparapetos", del que para nada se habla y que tanta importancia tiene en las acciones valerosas. Es el bautismo de fuego de unos jóvenes que van a madurar a toda velocidad, "Solo han pasado dos días. -Para mí, años". Jóvenes que tienen enfrente otros exactamente igual que ellos, como se aprecia en el impresionante diálogo entre los dos centinelas que se invitan mutuamente a ocultarse en la noche para no tener que dispararse entre sí.
Una magnífica obra que incluimos entre las mejores del cine bélico.
Lafuente Estefanía
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