Porque el destino junta a dos hombres que viven a salto de mata perseguidos con saña cada uno por la familia del muerto o de los muertos que han ido dejando en el camino. Uno es Barbarosa (Nelson, compositor, cantante y guitarrista de música country), avezado ya a huir viviendo del robo y a defenderse de los matones que envía en su persecución Don Braulio Zabala (Roland), cojo que anda ayudado de sus muletas por los disparos de su enemigo. El otro es un joven y bondadoso ganadero de origen alemán, Karl (Busey, también guitarrista), que sobre la marcha debe aprender a valerse por sí mismo en medio de las numerosas aventuras que les suceden. Siempre bajo el mando de Barbarosa, "Si digo que hay que robar panales, matarás abejas".
El "Honor, orgullo y dignidad" es la divisa que levanta Don Braulio para reclamar venganza y mandar a la muerte a sus familiares. Porque uno tras otro perecen en el intento y son sepultados. Por cierto, ¿se han fijado que para cavar las tumbas en el Oeste nunca usan azadones o picos sino simples palas? Tan adelantados que son los americanos y no conocían estas útiles herramientas.
Por lo demás la cinta es premiosa, lenta y con pasajes ciertamente aburridos, pero sobre todo nos parece fría, muy fría. El argumento es bastante deslavazado y poco creíble, pues increible es que Barbarosa se levante de la tumba donde lo están enterrando tras recibir un balazo en el vientre, para recuperarse y escapar milagrosamente a pie por los riscos y curarse luego quemando pólvora sobre el orificio de la bala que sigue alojada en el abdomen. En fin, una especie de dramón plurifamiliar, con una serie de venganzas tan gratuitas como inexorables.
Pero también hay que reconocer la belleza de los paisajes (casi toda la película está rodada en exteriores), así como la excelente ambientación de los poblados, tabernas y casas de los vecinos, con varias piezas musicales mexicanas de gran belleza. Destacamos igualmente varias escenas notables como las miradas encendidas de Don Braulio a sus familiares reclamando venganza, los corridos mejicanos cantando las andanzas del perseguido Barbarosa y, sobre todo, el desenlace final que compensa y levanta la película. Solo por ello merece la pena aguantar en el asiento.